jueves, 26 de abril de 2018

CANAL, CAMPO, ROMERO Y CRUZ DEL BASTARDO

Si no es de los habituales -de a pie- por las márgenes del Canal de Castilla a su paso por Villamuriel de Cerrato, no sabe a lo que renuncia. En este tiempo y en este año de exultante primavera, es una experiencia que deberíamos concedernos como mandato de nuestra condición de villamurielenses e invitar a cuántas personas alcancen.

Hemos andado por el Canal y margen izquierda, el tramo que discurre en paralelo al pago de Cruz del Bastardo, dirección Villamuriel -Dueñas. 
El nombre (topónimo) de este paraje que se encuentra a la salida del casco urbano, le viene de antiguo, pero desconocemos su raíz. Nos cuentan que en el sitio existió realmente una cruz de piedra de buenas dimensiones (hoy desaparecida) hasta donde el pueblo acudía en rogativas. 

Nos fijamos en otros viejos elementos del paisaje: en el petril de piedra que indica el acueducto que atraviesa por debajo del canal y guía las aguas que bajan de un arroyo del páramo; en un rústico embarcadero; en los hitos europeístas con la inscripción de países vecinos como Portugal y Francia y en todo el entorno con su campo, sus árboles y su vegetación.





PROTAGONISTA: EL ROMERO

La palma de las presencias se la lleva el romero, bello y útil arbusto que está en el  apogeo de su floración. ¿Qué sabemos de él? Su nombre científico es "Rosmarinus officinalis" y sus características: que nace libre en el exterior, no precisa de cuidados ya que se adapta bien a cualquier situación; es una planta aromática; alcanza hasta un metro de altura; sus son tallos leñosos de corteza resquebrajada; sus hojas alargadas y nacen enfrentadas; sus flores pequeñas de color azul pálido.

Originaria del sur de Europa mediterránea y norte de África, en la antigua Grecia se le otorgaba poderes especiales y los estudiantes se colocaban coronas de romero antes de los exámenes con el fin de mejorar su memoria. Los romanos le daban un uso medicinal, lo empleaban como ofrenda a los dioses y lo quemaban para purificar el hogar. 

Una antigua leyenda cristiana cuenta que cuando la Virgen María huía de Egipto perdió un manto azul que fue a caer sobre un arbusto verde, sin atractivo y al momento brotaron de él pequeñas flores azules convirtiéndolo en el bello arbusto que hoy conocemos. 

También la literatura y la música le han hecho un hueco como Luis de Góngora con el poema: "Las flores del romero" ... Hoy son flores azules, Mañana serán miel"; y qué decir de tantas aplicaciones prácticas: el humo resultante de quemar las hojas secas alivia los ataques de asma; la infusión de las sumidades floridas es excelente como vulneraria para lavar heridas y llagas; una infusión de hojas para combatir la tos o el alcohol de romero que preparado con esencia de la planta disuelta en alcohol de 95 grados, sirve para dar fricciones en los músculos cansados y tonificar la piel. 

En nuestro recorrido encontramos el cartel informativo con sus características y una muestrario en vivo y a todo color de su arraigo. Una delicia de la naturaleza.








Otro elemento curioso: las construcciones en madera y a modo de circuito físico-deportivo que resisten el paso del tiempo, pero sin uso en la actualidad.





Al final del trayecto, un par de bancos por si se precisa un descanso que después de haber caminado con la cabeza alta, mirar limpio y el corazón vivo, conviene respirar con hondura, valorar lo que ven nuestros ojos y comportarse como personas respetuosas con esta herencia cuando nadie, más que nosotros, ni nos ve ni nos escucha, ni nos mira ni nos oye, ni nos vigila ni nos aplaude, ni nos agradece ni nos recompensa... y un último vistazo al estado de las tierras de labranza sobre fondo verde y desde esta perspectiva, llenan de energía.



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