martes, 20 de marzo de 2018

LA NATURALEZA NO ENTIENDE DE LÍMITES ADMINISTRATIVOS

En este año 2018 la Primavera empieza en España a las 17,15 h. (hora peninsular) de este martes 20 de marzo y tendrá una duración de 92 días y 18 horas.
Hablar de la primavera es hablar de la naturaleza y de su energía en versión ampliada.

Debido en buena medida a su posición geográfica y compleja orografía, los ecosistemas españoles son de una extraordinaria variedad y de los mayores de Europa. De las seis regiones biogeográficas contempladas por la Directiva Hábitats, cuatro están representadas en España y abarcan 141 tipos distintos de hábitats terrestres de entre un total de 264. 
Diversidad de especies, de recursos naturales y de sistemas biológicos únicos, expuestos a una gran variedad climática natural y sensibles por tanto a cada cambio de estación. Son múltiples los bienes y servicios que nos prestan e imprescindibles para nuestra propia subsistencia. 

Hablamos del Patrimonio Natural que son los vestigios prehistóricos, ecosistemas, museos y parques naturales. De la geología, espeleología, agua, flora, fauna y de los usuarios y visitantes en el extenso inventario de este patrimonio. Un valor universal excepcional regulado para su control, conservación, gestión y buen uso porque tienen una interacción directa el los modos de vida de las sociedades. 


Villamuriel de Cerrato ocupa la parte más declive del Valle del Carrión con una anchura de unos cuatro Kilómetros por el Norte y de seis por el Sur. Limita por el Nordeste con los páramos de otras localidades de la Comarca y por el Oeste con los montes de Palencia y Dueñas. Son elevaciones de poca altura. Geológicamente, Villamuriel, como toda la parte Sur de la provincia, descansa sobre un terreno terciario medio o mioceno de formación marina, característica de una cierta escasez de fósiles de flora y fauna. La percepción y el conocimiento sobre el medio y el paisaje, muestra sin embargo la existencia de hábitats y especies sensibles de ser  estudiados, conocidos y conservados. Es primavera. Hay que salir al campo; patear los caminos, las riberas del río, del canal, el monte y los pagos. Momento de disfrutar de los árboles y arbustos que recobran su mejor imagen, de la floración de las plantas, del retorno de las aves, del despertar de los animales de su estado letárgico. Tomar la energía de lo natural, de lo que se nos da gratuitamente. Es momento de nuevas funciones productivas, ambientales y sociales que se ofrecen como oportunidad para actualizar valores y tradiciones culturales y emocionales.

 




El Patrimonio natural nos une desde la diversidad y como dice el título, no entiende de límites administrativos. Villamuriel de Cerrato, autóctono, ha establecido conexión con otros entornos palentinos y nacionales. No dispone de su atractivo escénico pero los ha acercado popularmente a través del callejero. De la provincia de Palencia, sus comarcas por una conciencia de identidad y sentimiento que necesitadas de apoyos a muchos niveles, no dejan de ser para nosotros zonas naturales familiares. La Montaña Palentina, Valdivia, Boedo-Ojeda, Vega-Valdavia, Tierra de Campos y El Cerrato, son el compendio de magnificiencias naturales, etnográficas y culturales de nuestra provincia.





Con los mismos principios, la villa hace gala de su amplia dimensión y tiene varias calles dedicadas a algunos de los más significativos y excepcionales Parques Naturales españoles.








Todas las fotografías son de Villamuriel de Cerrato. Montse Blanco



sábado, 10 de marzo de 2018

VILLAMURIEL EN LA POESÍA DE FRANCISCO VIGHI

"ROMANCE DE LA VIDA Y MUERTE DEL RÍO CARRIÓN"

Qué Villamuriel de Cerrato aparezca en la obra de Francisco Vighi Fernández, poeta e ingeniero industrial español (1890-1962) de obra literaria corta y aún desconocida por muchos, es de estimable honor y de obligado reconocimiento. En su biografía se destaca su excelente humor, buen talante e ingenio vivo. Relacionado con Palencia, colaboró con sus artículos y poemas en prestigiosa revistas. En su faceta escritora más tradicional, compuso sonetos y romances exaltando la tierra castellana; poemas regionales y fluviales como el que reproducimos.
La poesía completa de Francisco Vighi se publicó en 1995. 


"Ingeniero me dicen los poetas / poeta me dicen los ingenieros".

Fotografía: Montse Blanco

Francisco Vighi:
«Romance de la vida y muerte del río Carrión»

Enorme cuna este valle
para mecer este río,
tan llorón y tan pequeño;
llanto de recién nacido.
Cobertor de lana suave
la nieve del valle frío.

 En Guardo, el carbón minero
tiznó la cara del niño.
Cuando pasó por Saldaña
otra vez estaba limpio.

 En Carrión le bautizaron
- era hasta entonces morito -:
la ciudad le dio su nombre,
todo eufonía y prestigio.

 De cantar tanto en Villoldo,
ronco se quedó en Husillos.
Cuando atravesó Palencia
era ya mozo garrido.

 Dieciocho puentes le peinan,
anda lento y presumido.
Por verle, villas y aldeas
se ponen en su camino.

 La torre de San Miguel
quiere ser novia del río,
y asomándose a mirarle
tiembla de amor y de frío.

 Es burgués en los remansos; 
laborioso en los molinos;
ladrón de frutas caídas
en las huertas del Obispo.

 Sueña un viaje largo: el mar.
Traiciona sueño y destino,
de Villamuriel el mosto 
le hace perder el sentido:
lleva una vida turbia
y un derrotero torcido.

 Por no ir a Valladolid
-cosas del nacionalismo-,
se suicida junto a Dueñas
arrojándose en el río
Pisuerga, labrador manso, 
competidor y enemigo.

 Nace y muere en la provincia;
no hay otro más palentino
Recen por él un responso
los frailes de San Isidro.

***



viernes, 9 de marzo de 2018

VILLAMURIEL, RESIDENCIA DEL OBISPO



VILLAMURIEL,

SEÑORÍO Y RESIDENCIA EPISCOPAL

Villamuriel ha tenido un pasado histórico destacado por su estrecha vinculación con los obispos de Palencia desde el s. XII al XIX.     Fue villa de señorío episcopal, lugar de residencia de los obispos y punto de partida para el acto de recibimiento del Obispo en la ciudad.


LOS ORÍGENES DE ESTA RELACIÓN

El principio de esta relación se remonta a mediados del s. XII, ya que en 1141 el rey Alfonso VII donó al obispo D. Pedro II y a la iglesia de San Antolín de Palencia la villa de Villamuriel, que antes pertenecía al alfoz de Dueñas, a raíz de su repoblación.
“Yo Alfonso, emperador de España, junto con mi mujer Berenguela, con mis hijos Sancho y Fernando, sin que nadie me obligue, por mi salvación y la de mis padres (antepasados), por la remisión (el perdón) de nuestros  pecados, doy a Dios y a la iglesia de san Antonino (Antolín) fundada en Palencia y a D. Pedro, obispo 2º del mismo lugar, y a sus sucesores que le sucedan canónicamente para siempre y a los canónigos futuros y presentes de la misma iglesia: Villamuriel, que está situada entre Dueñas y Palencia, con todos sus foros y términos
(Archivo de la Catedral de Palencia. Armario  IIIº- Legajo 3º- Documento nº 19)

Esta donación  fue confirmada en 1177 por el rey Alfonso VIII a favor del obispo de Palencia D. Raimundo  y ratificada en 1351 por el rey Pedro I el Cruel  al obispo de Palencia D. Vasco, canciller del rey.
“Yo Aldefonso, por la gracia de Dios rey de Castilla, junto con mi mujer la reina Leonor, voluntariamente, por las almas de mis padres y mi propia salvación, hago carta de donación, que valga perpetuamente, a la iglesia del muy glorioso mártir de Cristo, Antonino de Palencia, y a vos D. Raimundo, tío materno mío, obispo de la misma, y a vuestros sucesores, concediéndoos que lo poseáis para siempre con derecho hereditario,  confirmándoos a vosotros …  la donación  que mi abuelo, el emperador, hizo de la misma Villamuriel a dicha iglesia”.
(Archivo de la Catedral de Palencia.  Armario IIº- Legajo Iº. Documento nº 109)

Los obispos, aunque también eran señores de la ciudad de Palencia (sede del Obispado, donde tenían su alcázar-palacio y la iglesia catedral) y de otros 8 pueblos de los alrededores de Palencia (tenían una fortaleza en Magaz), pronto sintieron una predilección especial por su villa de Villamuriel, tal vez por su estratégica situación (situada en el camino real de Palencia a Dueñas y Valladolid) y su cercanía a Palencia.

 LA FORTALEZA DE VILLAMURIEL


Así, a finales del s. XII el obispo Arderico (1184-1208) comenzó la construcción de una gran iglesia con un majestuoso cimborrio y una robusta torre, obras que debió terminar el obispo D. Tello Téllez de Meneses (1208-1247) en las primeras décadas del s. XIII, una auténtica fortaleza que  podría servir como residencia y refugio suyo en los momentos de dificultad y conflicto con sus súbditos de Palencia.

Iglesia de Sta. María

Inicialmente los obispos habitarían en las estancias que hay en los 3 pisos de la torre, que les daba una gran seguridad en caso de conflicto.  Pero el espacio reducido de los cuartos de la torre y la incomodidad del acceso a los mismos por la escalera de caracol, les llevó a ampliar el espacio habitado construyendo habitaciones encima de las naves laterales hasta el crucero, a las cuales se accedía desde el 2º cuerpo de la torre.


Encima de la nave lateral se ven las estancias  para residencia del Obispo


Allí los obispos debieron residir  temporalmente, ya que D. Alonso Fernández de Madrid (Arcediano del Alcor) hace referencia en la “Silva Palentina” a diversos acontecimientos acaecidos en la fortaleza de Villamuriel en el s. XIV: en ella se albergaron en 1308 y 1311 miembros de la familia real, como Mª de Molina y sus hijos (para tratar asuntos dinásticos) o la muerte en 1426 del obispo D. Rodrigo de Velasco debido al ataque de su cocinero de origen francés durante el desayuno.

EL PRIMER PALACIO (S. XV)


Según el Arcediano del Alcor,  D. Pedro de Castilla (obispo de 1440 a 1461) hizo reformas en la iglesia de Villamuriel y construyó una casa-palacio (de estilo gótico), al sur de la iglesia, adosado a ésta,  para residencia de los obispos.

Los continuos conflictos entre el Obispo y el Concejo de Palencia desembocaron en 1465 en el ataque y destrucción de su alcázar-palacio (situado en el mercado viejo, detrás de la catedral) por parte de los vecinos de Palencia.  
Tras la desaparición del  alcázar y debido a los obstáculos puestos a los Obispos por el Concejo palentino para levantar uno nuevo en la ciudad, algunos prefirieron pasar largas temporadas e incluso residir de forma permanente en la fortaleza que poseían en Villamuriel, utilizando de manera excepcional las casas capitulares  puestas a su disposición en Palencia.
Así D. Gutierrez de la Cueva (1461-69), D. Rodrigo Sánchez de Arévalo (1470-71) o D. Diego Hurtado de Mendoza (1473-85) residieron en Villamuriel con frecuencia, mientras que  D. Juan Fernández de Velasco (1514 a 1520), según dicho Arcediano,  residió la mayor parte del tiempo en Villamuriel, desde donde hacía las visitas a los pueblos de su diócesis y adonde acudían los clérigos de su diócesis para revisar las faltas.

 

EL SEGUNDO PALACIO (S. XVI)

La casa-palacio del s. XV sólo se mantuvo en pie hasta 1520, en que los comuneros de Palencia, enfrentados al emperador Carlos V, quemaron y derribaron  la casa y parte de la fortaleza del obispo en Villamuriel (entonces D. Pedro Ruiz de la Mota, limosnero del emperador).
El palacio  fue rehecho unos años más tarde por el obispo Antonio de Rojas (1524-25) con el dinero aportado por él y con los 950.000 maravedíes  pagados por los vecinos de Palencia como castigo por sus desmanes en Villamuriel durante la revuelta de las Comunidades.

Fachada sur de la iglesia, a la que estuvo adosado el Palacio

Pero, al ser destruido el palacio de Villamuriel, los Prelados palentinos establecieron su residencia de manera permanente en la villa de Valladolid, frecuentada por los monarcas y sede de la Real Chancillería (Tribunal Supremo de Castilla).
A partir del siglo XVII prefirieron un lugar  en Palencia acorde con el cargo que ostentaban, el palacio de D. Sancho o palacio de Tordesillas (hoy no se conserva), que se hallaba ubicado en la actual calle D.  Sancho, ya que hasta finales del s. XVIII no se edificó el actual Palacio Episcopal en el mismo lugar donde se encontraba el alcázar medieval.

De todas formas, los obispos siguieron residiendo temporalmente en su palacio de Villamuriel (ésta  fue la única villa que les quedó de su señorío, ya que Felipe II vendió los demás pueblos del mismo en la 2ª mitad del s. XVI) y, aunque desde fines del s. XVI la iglesia del palacio pasó a servir también de iglesia parroquial principal, ellos siguieron aportando dinero para mantener y dar decoro a la iglesia (coro alto, órgano, algún retablo), compartiendo los gastos con la parroquia.

Coro alto, patrocinado por el obispo Ramírez Zapata en 1571



DESAMORTIZACIÓN Y DESTRUCCIÓN DEL PALACIO

Con la desamortización de los bienes del clero regular (Mendizábal, 1836) y del clero secular (Espartero, 1843) los bienes del clero fueron nacionalizados, entre ellos el Palacio del Obispo en Villamuriel, que debió sufrir un deterioro progresivo.

Según se  refleja en el Expediente de Desamortización nº 157, legajo 262, del Archivo Histórico Provincial de Palencia, en 1841, por causa de fuertes vientos y lluvias caudalosas,  se produjo la ruina de 2 pilares de piedra que soportaban 2 corredores del Palacio y el tejado que confinaba con la iglesia.





En 1842 la Comisión Principal de Amortización pidió un informe al arquitecto de la Amortización de Palencia, D. Pablo Espinosa Serrano, sobre el estado del Palacio y éste consideró que su arreglo era muy costoso y que era mejor venderlo tal como estaba.  Así en febrero de 1843 se realizó su remate en pública subasta y se adjudicó a D. Leonardo Martínez en 90.000 reales. Más tarde fue desmantelado y se vendieron los materiales y el solar del mismo, en el que se levantaron unas viviendas y corrales para el ganado.

Viviendas en el solar del Palacio del Obispo


Del Palacio sólo queda el arranque del arco de entrada al recinto del mismo, algunas de las puertas de acceso a la iglesia desde el patio del palacio, algunos restos de capiteles de la sala próxima al crucero y el pozo del patio.
 A su vez, las dependencias situadas encima de las naves se mantuvieron hasta principios del s. XX (1914-1917), en que Jerónimo Arroyo las desmontó y reconstruyó las cubiertas para dejar visibles las 3  naves, el crucero y el cimborrio de la iglesia.

Resto de capitel y arco de la dependencia adosada al crucero



Una de las puertas de acceso del patio a la iglesia


¿CÓMO ERA EL PALACIO?

Al haber restos tan escasos y no conservarse ninguna imagen ni plano del mismo ni haberse realizado una excavación en el solar del Palacio, es difícil hacer una reconstrucción virtual del mismo. Pero por la descripción que hizo el arquitecto D. Pablo Espinosa todo parece  indicar que el Palacio era grande, debía ser un edificio sobrio, pero con bastante empaque. Así tenía una fachada monumental, una fábrica de buena calidad y algunas habitaciones  tenían una decoración escultórica aceptable (algunos restos de capiteles conservados así lo indican).

En el Expediente de desamortización del Palacio del Obispo en Villamuriel de 1843 se señalan las características del mismo. 
El arquitecto D. Pablo Espinosa hacía una descripción del Palacio. Tenía una superficie de 24.742 pies cuadrados (equivalentes a 1.920 m2), 12.756 pies edificado y 11.986 de patio central y corral, (equivalentes a 990 y 930 m2, respectivamente, que hacían un total de 1.920 m2).
Otro arquitecto, D. Antonio Diez Retolaza, le asignaba 12.781 pies cuadrados (equivalentes a 992 m2), con un patio central de 2.304 pies (que equivalen a 179 m2), y además un corral de 6.237 pies (que equivalen a 484 m2), que hacían un total de 19.618 pies (equivalentes a 1.522 m2).
Constaba de 2 plantas y desvanes.  La 1ª planta tenía un vestíbulo, una galería de comunicación, la cocina y despensa, las caballerizas y cuadras, el pajar, 4 cuartos de servicio y escalera de subida a la 2º planta.  La 2ª planta o principal tenía una galería de comunicación, servicio de 6 habitaciones y otras 6 interiores, sin comunicación por la ruina de la galería, escalera de comunicación con los desvanes.
En la 1ª planta las paredes eran de piedra y tierra, el piso empedrado, los techos de madera de pino. En la 2ª, las paredes de piedra y tierra, los pisos de madera de pino y de yeso, los techos de maderas de pino labradas.  La cubierta exterior era de madera y teja.
La fachada principal constaba de 2 cuerpos. El 1º tenía 28 pies de largo, 20 de alto y 5,5 de ancho (equivalentes a 7,8 , 5,5 y 1,5 m., respectivamente) hecho de sillería y mampostería de piedra caliza y con una puerta de arco semicircular para servicio de carruajes.  El 2º tenía 28 pies de largo, 14 de alto y 5,5 de ancho (equivalentes a 7,8 , 3,9 y 1,5 m., respectivamente),  también hecho de sillería y mampostería.
El resto de las fachadas tenían la mayor parte de sillería y mampostería con parte de tierra.


Resto del arco de la fachada principal


TOMA DE POSESIÓN Y RECIBIMIENTO DEL OBISPO
EN PALENCIA

El siguiente ritual se siguió en la Edad Media y en los siglos XVI y XVII, en que el recibimiento al obispo tenía una gran importancia política y social, ya que toda la ciudad y sus autoridades se preparaban para recibir a su señor.   En este ritual, Villamuriel  jugó un papel destacado en el desarrollo de las ceremonias.
Sin embargo, en el ritual moderno de los ss. XVIII y XIX  las ceremonias se simplificaron (ya no se debían hacer los recibimientos al obispo en las afueras de la ciudad) y se fueron convirtiendo en actos puramente religiosos.  
Cuando quedaba vacante la sede episcopal por muerte o traslado de su titular, el Papa nombraba nuevo titular de la diócesis por medio de una Carta Apostólica.  Luego el rey (patrón de las iglesias, arzobispados y obispados del Reino) enviaba sendas Cédulas Reales al Cabildo catedralicio y al Concejo de la ciudad para que fuese nombrado Obispo y acogiesen convenientemente al nuevo titular.
Después de esto, el Obispo debía tomar posesión de la diócesis antes de su entrada en la ciudad.   Esta se podía hacer de forma personal o por medio de procurador o representante legal autorizado, que en su nombre lo hacía efectivo en la ciudad, jurando guardar las Constituciones, Estatutos y costumbres de la misma.
Pero en ambos casos, podían pasar meses  y hasta años entre la toma de posesión y la entrada  en la ciudad.
Una vez que  el Obispo comunicaba al Cabildo su llegada al palacio de Villamuriel, el Cabildo nombraba una delegación para comunicar al Obispo la fecha del recibimiento solemne.
Se fijaba  la fecha exacta, que debía ser un día festivo y por la tarde.     Para evitar esperas innecesarias del Obispo y del Cabildo, éste enviaba una persona a comunicar al Obispo la hora de salida, el Obispo desde Villamuriel y el Cabildo desde la plaza de San Antolín.     El encuentro se producía en el Soto del Obispo, en un lugar equidistante de ambas poblaciones.
El nuevo Obispo salía de Villamuriel, después de haber comido, acompañado de su séquito, formado por sus criados personales. El séquito del Cabildo lo formaban 2 pertigueros, el maestro de ceremonias y las dignidades, canónigos y racioneros.
El Obispo traía consigo el caballo en que había de entrar en la ciudad, que tenía que ser blanco, aderezado con gualdrapas de terciopelo y guarniciones y estribos dorados.  La capa con que el Obispo había de entrar era como las capas de coro de la iglesia, el capillo y pectoral forrado de raso carmesí.  También llevaba 2 medias calzas, una negra y la otra colorada, y un capelo de cardenal, forrado en raso verde lo de abajo, y lo de encima, la mitad de grana y la otra mitad de contra, y con sus cordones y borlas en seda verde.

Una vez llegados al lugar de encuentro, el maestro de ceremonias testimoniaba el reconocimiento del Cabildo hacia el Obispo.   Acto seguido, los miembros del Cabildo se acercaban a él y hacían su venia y acatamiento, inclinando las cabezas y cuerpos y quitándose los bonetes y el Obispo inclinaba la suya a los que pasaban.

Después las 2 comitivas se dirigían a la ciudad.
La del Cabildo se volvía a la Catedral para preparar la procesión que recibía al Obispo en la plaza de San Antolín.
La del Obispo se dirigía a la Puerta del Mercado. Allí primero el Obispo recibía el juramento de fidelidad de las comunidades judía y musulmana de la ciudad.  
A continuación las autoridades civiles (corregidor, regidores y alcaldes) recibían al Obispo, besando su mano.   
El Secretario del Concejo y un Caballero nombrado por el Obispo se daban mutuos poderes de reconocimiento.  El Obispo se obligaba a guardar una serie de derechos, libertades y costumbres de la ciudad y sus vecinos.    La ciudad hacía el pleito-homenaje  a su señor, el Obispo, jurando guardar todos los derechos y preeminencias del Obispo y su iglesia y su fidelidad.
Entonces se abrían las puertas de la ciudad y el Obispo, por la calle Mayor, se dirigía a la Catedral para jurar los Estatutos de la S. Iglesia Catedral y  realizar el Besamanos solemne por parte del Cabildo.
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N O T A S
  • Para el capítulo de la “Toma de posesión y recibimiento del Obispo en la ciudad” he seguido el artículo del historiador Arturo Polanco “CEREMONIAS DE RECIBIMIENTO Y DESPEDIDA A LOS OBISPOS EN LA TRADICIÓN PALENTINA (S. XV- XVIII)”, que se apoya bastante en las Actas Capitulares de la Catedral.
  • Para el apartado del palacio del Obispo en Palencia me he basado en el artículo de Noemí Culebras  LA MORADA DE LOS OBISPOS PALENTINOS Y EL INICIO DEL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN DE LA NUEVA RESIDENCIA EPISCOPAL TRAS LA DESTRUCCIÓN DEL ALCÁZAR A LA LUZ DE LAS FUENTES DE ARCHIVO”
  • Para otros aspectos he utilizado información recogida en documentos diversos del Archivo de la Catedral de Palencia, del Archivo Histórico Provincial de Palencia y de la Silva Palentina del Arcediano del Alcor.


Artículo elaborado por Zacarías Diez García, miembro de la Asociación Amigos del Patrimonio de Villamuriel








miércoles, 7 de marzo de 2018

HABANERA AL CANAL DE CASTILLA

A cuantas personas nos siguen en este blog y en Facebook o simplemente entran a curiosear, habrán notado que nuestras páginas son anchas y abiertas a todas las colaboraciones que tengan a bien enviarnos relacionadas con el Patrimonio y las Tradiciones de Villamuriel.

Nos ha sorprendido gratamente este envío desde Calabazanos. ¡Muchas Gracias! 

Somos receptivos a cualquier obra artística y literaria que se puede publicar. 


Fotografía: Montse Blanco

A TI, CANAL DE CASTILLA (HABANERA)

Música y letra: Emma de Dios Álvarez.
Valladolid, octubre de 2016.
RECITADO
A ti, Canal de Castilla,
se dirigen estos versos,
esperando que, así, riegues
con tus aguas los recuerdos.



I
El Marqués de la Ensenada,
impulsor de tu proyecto,
pensó en ti como transporte
de cereal, en efecto.

II
Te crearon para unir
nuestra Castilla y el mar,
y los campos cultivados,
una forma de regar.

III
Te rigió una Compañía,
caminos de sirga surgieron;
presas, puentes, acueductos,
esclusas se construyeron.

IV
Tres provincias atraviesas,
en Alar del Rey naces,
treinta y ocho pueblos riegas,
y en Rioseco feneces.


V
Tenías varios ramales
en ilustre pensamiento,
algunos inacabados,
y siguió el aislamiento.

VI
Más de trescientas barcazas
aguas tranquilas surcaron
hasta que el ferrocarril
y su llegada anunciaron.

VII
Astilleros y molinos
junto a ti pronto erigieron
y hasta fábricas de harina,
papel y cuero hicieron.

VIII
En la gran Casa del Rey
tu museo allí habita
de una gran obra civil,
en Villaumbrales, visita.




ESTRIBILLO
Eres símbolo de vida,
de progreso y de adelanto
y tu gran canal henchido
es orgullo y es encanto.

Un histórico conjunto
ya se te ha declarado
para disfrute de todos
y que no seas olvidado.