martes, 6 de febrero de 2018

ARQUITECTURA PARA PICHONES Y PALOMINOS


En el arte de crear y construir edificios sólidos que han de albergar distintas formas de vida, la arquitectura, según su función, hace clasificaciones. En la Arquitectura Popular Castellana están incluidos los Pósitos, Molinos, Casetas, Chozos, Graneros, Fraguas y Palomares. Éstos últimos, ocupan hoy nuestro espacio de patrimonio de la mano de dos personalidades que coincidían con sus trabajos en la reciente exposición presentada el pasado mes de enero por la Asociación Amigos del Patrimonio de Villamuriel. De una parte, los textos de Miguel Angel Castro Espinosa, Profesor y Asesor Científico del Centro Temático del Palomar (Santoyo) y de otra, Julio Atuse, ceramista con predilección artística por los palomares. La muestra que ha sido todo un éxito de público y de crítica, nos han puesto en la senda de la importancia que tuvieron estas construcciones en nuestra tierra para la alimentación y la economía familiar. Quedan pocos palomares en la Comarca del Cerrato y en Villamuriel, ya no existen. 
Los palomeros o palomares, circulares o cuadrados, si se conservan en pequeña cantidad y rodean pueblos y villas del Cerrato Palentino. De muros de adobe y tapial, cubiertos a una vertiente de teja, de uno a tres pisos decrecientes, concéntricos y con puerta de acceso siempre al mediodía. Su aspecto es terroso, color propio de su materia prima donde su pacífica y plumífera inquilina se guarecía y reproducía en sus nichos u "oracas", criaba a sus palominos o pichones para manjar de mesas rurales. Sabiendo el hombre de esta tendencia natural de las palomas, supo construirla de modo artificial lugares donde nidificar, y además se sintiera protegida. Con todo esto se puede decir que el palomar por sí solo, identifica a una arquitectura popular, a la de nuestro barro, que ha pasado desapercibida y que afortunadamente algunos se han empeñado rescatar y en el mejor de los casos, a conservar. 

EL PALOMAR. APUNTES DE  MIGUEL A. CASTRO ESPINOSA

Definición

Un palomar es un volumen cerrado con una única puerta (abierta al mediodía para evitar el frío cierzo del norte) sin apenas ventanas y con un tejado en desniveles, formando a veces un patio donde se recoge agua para que las palomas puedan beber. Sus paredes de distribuyen en cuerpos concéntricos formando calles llenas de nidales, horacas o pateras perfectamente distanciadas en tresbolillo ajedrezado, con profundidad de no menos de 20 cm. para que las parejas hagan su nido y puedan permanecer de pie. En la parte superior las troneras dan entrada y salida a las palomas. Todo ello adornado, a veces, con remates en el tejado formando contravientos con pináculos equidistantes.
En referencia a los requisitos que estableció Vitrubio para la arquitectura, los palomares cumplen los tres requisitos fundamentales: son funcionales, son estables, son bellos. Sus características y finalidad son muy específicas porque está construido para el máximo aprovechamiento de la cría de la paloma (difícil su utilización para otra actividad) y los materiales utilizados son únicamente los que se encuentran en el entorno... barro, madera... y en ocasiones, algo de piedra.

Materiales de construcción

El barro.- Es el elemento característico con dos formas de tratamiento
No cocido: adobe y tamales. Cocido: ladrillo y tejas.
El adobe, podemos definirlo como un prisma de tierra arcillosa, comprimida y puesta al aire para su secado. El proceso de elaboración se basa en la elección de tierras arcillosas (ni muy fina, ni muy gruesa que mediante un cribado de deja limpia de piedras, raíces, ramas u otras materias orgánicas), paja (de trillar, hojas de pino, heno...) y agua. Estos tres elementos se mezclan y se amasan, se moldean en mecales y se ponen a secar hasta que adquieren consistencia.

El tapial

Es un conglomerado monolítico ejecutado en serie por un molde "in situ" de barro apisonado. Se puede decir que es "el hormigón elemental" por excelencia, ya que tiene la propiedad básica de cualquier tipo de hormigón y la forma de construir en continuo. Su caracter moldeable permite resolver parámetros de cualquier tipo de planta al que hay que añadir sus magnificas condiciones antisonoras y térmicas. El tapial se ejecuta a continuación de la cimentación y el zócalo.

El cocido

Es el proceso que se sigue con los ladrillos, tejas y baldosas. Su empleo es escaso en la construcción del palomar y se reserva para los remates de los aleros, voladizos, protecciones o cubiertas así como de los cortavientos que les adornan. En su fabricación se emplea tierra arcillosa que se amasa en hoyas y se cuece en cuadros o piras formando una parrilla con canales y huecos para permitir la circulación de los gases de la combustión. Sus dimensiones dependen de la zona. La teja se utilizaba para cubrir el tejado, proteger los muros y la formación de contravientos. La más típica es "la teja árabe" con forma de canal tronco-cónico de 30 a 50 cm de longitud y de 15 a 20 cm de anchura.

Materiales auxiliares

La madera, la piedra y los yesos son otros materiales utilizados en menor medida porque son muy sensibles a los cambios de temperatura; las heladas en inviernos y los fuertes calores del verano someten a estos materiales a dilataciones y contracciones que resquebrajan los muros abriendo profundas grietas por lo que en caso de emplearse, precisan ser recubiertos con una mezcla de barro y paja en una operación que se llama trullar o enlodar para que duren en el tiempo.

Tipología del palomar

En una visualización de los palomares palentinos en cuanto a formas y tamaños los hay cuadrados, circulares, rectangulares, poligonales y mixtos con las variante de con o sin patio.

Aprovechamiento

Tener un palomar era muy importante. Entorno a ellos hay una "cultura popular" rica y productiva, incluso entrañable de la vida campesina. En sus mejores tiempos eran una base para la alimentación y su cuidado no correspondía a los señores sino a sus súbditos que recibían la mitad o una parte acordada a los productos obtenidos. El palomero se ocupaba de su cuidado  y dos veces  o tres a la semana llevaba a las palomas encerradas en los meses de enero ó febrero para la cría, la comida necesaria para acelerar la puesta y el agua, muy necesaria en esta primera etapa. Aves para el alimento (pichones y palominos) y en la actualidad, para competiciones deportivas. "Dales de comer Abril y Mayo... y ellas lo buscaran el resto del año" dice el refranero popular. Cuando las parejas tenían "puesta" (dos huevos en cada una de las posturas) y la primavera estaba entrada, se abría el palomar. El color exterior de la construcción, el silencio, una temperatura constante y la limpieza y recogida de la "palomina" (excelente fertilizante) que se realizaba en otoño, cuando las palomas ya no crían aseguraban que volvieran a anidar cada temporada.


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LA CERÁMICA DEL PALOMAR. LA OBRA DE JULIO ATUSE

Con todo ello, es una pena que ésto que fue en otra época fuente de riqueza, no solo gastronómica, sino también industrial al producir gran cantidad de abono natural (la palomina), haya decaído hasta casi desaparecer. A la hora e aportar nuestra colaboración a la propuesta de oficios y construcciones tradicionales nos hemos valido del trabajo y la reputación de un profesor y de un ceramista, el protagonista de esta segunda parte alusiva a los palomares. Julio Atuse es un vecino de Villamuriel de Cerrato, ceramista autodidacta que lleva años de actividad creativa y artística en nuestro municipio sin darse la menor importancia a pesar de las abundantes pruebas que ha dado de su buen hacer principalmente, creando palomares. 
Sus objetos de barro o arcilla amén de otros artilugios y enseres ("Cacharros" según él y así tituló su exposición) son formas reconocidas pero de libre interpretación, en la cultura de la cerámica. Gran conocedor y amante de los palomares, Atuse los piensa, los diseña y los trabaja a diferentes escalas con un conjunto de laboriosas técnicas y la decoración más fina. Lo suyo es una combinación de diversas disciplinas; conoce la técnica, el material (algunos utensilios creados por él mismo) y tiene muy clara la intencionalidad. Nos recibe en su pequeño taller y conocemos de primera mano su forma de trabajar. Julio ha hecho de la afición artística una experiencia que le abastece de motivaciones y energías al más puro estilo cotidiano y anónimo. Calcula que son más de doscientos los palomares que ha hecho en las versiones más dispares con elementos encontrados en su entorno. Modelar, armar, cocer y decorar es componer, hacer arte, disfrutar de un trabajo... es contentar a sus destinatarios, es cultura popular que ha compartido públicamente en una admirada exposición.











Amigos del Patrimonio de Villamuriel agradece la documentación de Miguel Angel Castro y la obra de Julio Atuse de la que nos hemos servido para dar contenido a esta entrada.






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