Quienes se acerquen al Salón Parroquial de Santa María la Mayor, en Villamuriel de Cerrato, encontrarán en una de sus paredes, una pintura, alegoría de la villa firmada por Pedro Movellán y fechada el VIII-XII-MCMLXIX, por lo que este año 2019 se cumpliría el cincuenta aniversario de su ejecución. En una interpretación libre y a falta de referencias del autor, deducimos que el mural expresa la esencia de un Villamuriel de mediados del pasado siglo. En la parte superior derecha y ocupando poco espacio, con relación a las dimensiones de la obra, la iglesia, el río y el puente. El resto, es tierra y labor que invita a tender la vista a lo ancho para convencernos de que el terreno sobre el que se asienta Villamuriel fue eminentemente agrícola.
El arado (las cosechas de cereales, principalmente) la vid (se producía un excelente vino) y los rebaños (ganado lanar) sostuvieron durante décadas a la mayoría de la población y de ellos, obtenía la mayor riqueza. Los labradores, braceros, mozos, vendimiadores o pastores de Villamuriel, eran distinguidos por su laboriosidad y buenas condiciones físicas para soportar las duras faenas agrícolas y los cambios bruscos del clima. Algo de todo ello debió inspirar al artista palentino afincado en el País Vasco, plasmando a modo de homenaje, a los obreros del campo, a los cultivos tradicionales y a las formas de producción agraria y ganadera. La pintura es el reflejo de un medio físico y de unos condicionamientos socio-económicos que nos hablan de costumbres, tradiciones y posibilidades, de un entramado rural suficientemente importante para abastecimiento propio, para atraer mano de obra, salir al mercado y ser conocidos.
El arado (las cosechas de cereales, principalmente) la vid (se producía un excelente vino) y los rebaños (ganado lanar) sostuvieron durante décadas a la mayoría de la población y de ellos, obtenía la mayor riqueza. Los labradores, braceros, mozos, vendimiadores o pastores de Villamuriel, eran distinguidos por su laboriosidad y buenas condiciones físicas para soportar las duras faenas agrícolas y los cambios bruscos del clima. Algo de todo ello debió inspirar al artista palentino afincado en el País Vasco, plasmando a modo de homenaje, a los obreros del campo, a los cultivos tradicionales y a las formas de producción agraria y ganadera. La pintura es el reflejo de un medio físico y de unos condicionamientos socio-económicos que nos hablan de costumbres, tradiciones y posibilidades, de un entramado rural suficientemente importante para abastecimiento propio, para atraer mano de obra, salir al mercado y ser conocidos.
Poquísimos, son los datos biográficos encontrados en la Web sobre Pedro Movellán.
Sabemos que practicó la pintura del paisaje. De origen palentino, se asentó en Hondarribia (País Vasco). A la vez que pintaba, daba clases de Dibujo. A su fallecimiento, Conchi Pascua, su esposa, crea las galerías de arte MOVELLÁN y PASCUA donde exponía su obra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario