miércoles, 18 de diciembre de 2019

AÑOS DE SEQUÍA EN VILLAMURIEL Y PALENCIA - 1ª PARTE



SEQUÍA Y MALAS COSECHAS 

EN LOS SIGLOS XVII A XIX



1.- INTRODUCCIÓN

En la península Ibérica las sequías se vienen produciendo desde el final del Paleolítico y, por tanto, no son un fenómeno nuevo en la meseta castellana y el resto de España, ya que son una de las características del clima mediterráneo y mediterráneo-continentalizado.  España sufre una sequía cada década, al encontrarse en la zona templada de la Tierra.

Se han producido sequías periódicas a lo largo de los siglos, según se puede ver en la documentación de los archivos eclesiásticos y municipales o en los periódicos de los últimos siglos: 1601, 1683, 1868 a 1876, 1905, 1945, 1980-83, 1992-95, 2017, 2019.

LA SEQUÍA EN EL EMBALSE DE AGUILAR (31-7-2019)

Pero con el cambio climático el problema se está acentuando, por lo que las sequías van a ser cada vez más frecuentes, con duración más intensa y con períodos más cortos entre sequías.
El problema actual ya no se debe solo a las escasas precipitaciones, sino también al aumento de las temperaturas, que incrementan la evapotranspiración y con ello la severidad de las sequías.

Hoy día en España la sequía tiene repercusiones económicas, sociales y medioambientales, pero no alcanza el nivel  de siglos pasados, en que la pérdida o una reducción notable de las cosechas por la sequía provocaban graves crisis de subsistencia y un aumento de la mortalidad por el hambre asociado a epidemias y enfermedades habituales.

En este artículo voy a tratar de las sequías más conocidas sufridas en esta zona entre los siglos XVII y XIX, dejando para otro artículo las de los siglos XX y XXI.


2.- LA SEQUÍA DE 1601


La sequía más conocida en Villamuriel se produjo a principios del s. XVII, en 1601.  
Ese año la falta de lluvias era tan preocupante, a pesar de haber hecho varias rogativas pidiendo agua para el campo durante el mes de mayo, el párroco de Santa María, D. Diego de Calabazanos, decidió realizar una procesión-rogativa con la Virgen de la parroquia hasta la ermita de Nuestra Señora del Otero de Palencia el día 30 de mayo, día de la Ascensión.
El párroco mandó que se  alumbrase a la imagen de la Virgen con 4 hachas de cera durante el recorrido por la ciudad de Palencia.   Como el Concejo tenía poco dinero, decidieron alquilar al cerero de Palencia 4 hachas de cera y pagar al final la cera gastada en la procesión, pesando las hachas 8 libras y media (cada libra son 460 gramos).

El resultado fue el Milagro de la Cera, atribuido a la Virgen a través de un  proceso abierto por el Obispo de la diócesis, ya que cuando por la tarde los regidores del Ayuntamiento fueron a pagar al cerero la parte de las hachas gastada en la procesión resultó que las hachas pesaban 10 onzas (290 gramos) más que cuando habían sido alquiladas por la mañana.

LIBRO DE LA AUTÉNTICA DEL MILAGRO

En la documentación parroquial (la AUTÉNTICA DEL MILAGRO) no aparece reflejado que se consiguiera la lluvia tan deseada, con el consiguiente perjuicio material para la población, pero las almas de los fieles vieron aumentar su fe y la devoción por la Virgen, llamada desde entonces Virgen del Milagro, cuya efemérides sigue celebrándose hasta hoy el día de la Ascensión.


3.- LA SEQUÍA DE 1868-1870


A.- LOS DATOS METEOROLÓGICOS


En los años finales de la década de 1860 y primeros de la década siguiente hubo varios años de malas cosechas, sobre todo en 1868 y 1870, lo que agravó una situación ya penosa  por haberse perdido las cosechas en años tan próximos.
La causa fundamental de la crisis de subsistencia fue la fuerte sequía prolongada durante varios años casi seguidos, como se puede ver en los datos de temperaturas y precipitaciones mensuales de Valladolid en los años 1868 a 1870 (no hay datos registrados de Palencia o Villamuriel en esas fechas). 







En 1868 en Valladolid sólo cayeron 238 litros, escasos y muy mal repartidos, ya que 76 se recogieron en septiembre y 87 en noviembre y diciembre.  El resto del año fue extremadamente seco, con lluvias mensuales por debajo de 10-15 litros.   De las temperaturas no hay datos registrados.

En 1869 solo se recogieron 226 litros, la mitad de un año normal. Excepto mayo, que llegó a los 66 litros, y enero, agosto y diciembre, que rondaron los 25-30 litros, los demás meses se quedaron por debajo de 20 e incluso de 10 litros.  En cuanto a las temperaturas, el invierno fue normal, pero la primavera resultó fría y el verano, caluroso.

En 1870 solo se midieron 273 litros, poco más de la mitad de lo normal, siendo muy seca la primavera y el verano.   Respecto a las temperaturas, el invierno fue frío, la primavera normal y el verano caluroso.

B.- LA PROCESIÓN-ROGATIVA  CON LA VIRGEN DEL MILAGRO EN 1868


Ante la sequía, el párroco de Sta. María, D. Miguel García Alonso, pidió permiso al Obispo para realizar una solemne rogativa, llevando en procesión a Nuestra Señora del Milagro desde Villamuriel a la ermita de Nª Señora del Otero de Palencia, como lo habían hecho sus antepasados en 1601, para que Dios por la intercesión de María y de todos los santos se dignase remediar sus males. La  rogativa se realizó el 21 de abril de 1868.


INFORME DEL PÁRROCO, D. MIGUEL GARCÍA

Como recoge dicho párroco en su relato, tampoco esta vez Dios atendió sus súplicas y continuó la sequía, resultando un año catastrófico para las actividades agrícolas y la población de Villamuriel.        Así se deduce de  las frases que escribe el párroco, D. Miguel García

Dice que “las llanuras de Castilla son un inmenso páramo, un árido desierto, una región asolada, donde no han nacido las espigas ni ha germinado la yerba”.  Dice que “se perdieron las cosechas de cereales, de legumbres, de patatas,  se carecía de pienso y paja para los animales, algo que no había conocido jamás en Castilla la Vieja ni en ninguna parte”.
“Sin frutos sus campos, sin existencias en  sus graneros, sin trabajo, sin yuntas viven los pobres castellanos, sin otro amparo que la resignación, sin otra ayuda que la misericordia del cielo".

Continúa su relato: "Los pobres operarios no tienen trabajo y huyen de sus  casas y abandonan a sus esposas, porque no tiene que dar a sus hijos.  En masa recorren las calles de las grandes poblaciones, pidiendo limosna por amor de Dios.  Si han conseguido un bocado, bendicen a Dios y lo parten con sus hijos.  Todos lloran, porque ni aun quitándoselo de su boca es bastante para tantos pobres.    No hay trabajo, no hay pan, no hay más que hambre, no hay más que miseria”.

C.- LA SEQUÍA EN LAS ACTAS MUNICIPALES DE VILLAMURIEL


En las actas municipales de 1868, 1869 y 1870  la Corporación municipal se hizo eco de la grave situación del campo y la población y se aprobaron varias medidas para intentar paliarla.

Así en marzo de 1868 la Corporación aprobaba realizar obras públicas en el municipio con el dinero que el Estado debía al municipio de la venta de sus bienes propios por el Estado para dar trabajo a los braceros de la villa por haber mucha sequía y no haber trabajo.

A la sequía se unió el fuerte pedrisco que el 20 de mayo de 1868 cayó en alguna zona del campo de Villamuriel y varios vecinos de Baños pidieron al Ayuntamiento que se les perdonase la contribución territorial por la pérdida de los frutos en esas tierras.

En junio de 1868 la Corporación decidía acudir a la Diputación Provincial para pedir la rebaja o el perdón de la contribución de los vecinos del pueblo por la pérdida de la cosecha por la sequía.

La Diputación Provincial también trató de remediar las calamidades de la población por la pérdida de la cosecha del cereal contratando un préstamo de 10 millones de reales y, para dar garantías a los prestamistas, necesitó la autorización de los pueblos para contratar el préstamo.

En marzo de 1869 el Ayuntamiento solicitaba permiso a la Diputación (permiso concedido en abril) para cortar por su pie 170 árboles y dejar como mochas a otros 220  de los Carriones y venderlos en pública subasta y emplear su importe en arreglar caminos vecinales, dando trabajo a la clase obrera que estaba sin recursos por no poder ser empleados al haberse perdido la cosecha del año anterior.

En junio de 1870 la Corporación decidía solicitar a la Diputación el perdón colectivo de la contribución territorial del pueblo del ejercicio 1870-71, ya que “debido a la sequía se han perdido las 6/8 partes de la cosecha ordinaria de cereales y plantas leguminosas en el pueblo”.

En octubre  de 1870 la Corporación acordaba renovar las escrituras otorgadas a favor del Pósito municipal, porque los labradores no podían devolver el grano que adeudaban al mismo debido a “la calamidad que se ha presentado este año por la corta cosecha de cereales que se ha hecho en este pueblo”.


EXTRACTO DE UN ACTA MUNICIPAL DE NOVIEMBRE DE 1870


En noviembre de 1870 se señalaba  que “la pérdida casi total de la cosecha de cereales de este municipio en este año y en el de 1868 había traído la mayor calamidad y miseria a la mayoría del vecindario, tanto de la clase agrícola como la de los jornaleros”.   

Y por ello, se aprobaba “solicitar a la Diputación Provincial la autorización para vender en pública subasta algunas fincas de este común de vecinos, en concreto el prado de los Carriones y el plantío con arbolado de chopo y terreno que ocupa, contiguo a dicho prado”,  y quela cantidad total de la venta se emplee en mejoras locales de esta población y la reparación de caminos vecinales, empleando en los trabajos a toda la clase jornalera y labradora que tenga mayor necesidad”.

Esta última solicitud no la he visto confirmada en las Actas municipales, quizá debido a los cambios frecuentes de gobierno nacional y provincial  habidos durante el Sexenio Revolucionario (1868-74) en España.             De hecho, el municipio hoy sigue siendo propietario de los Carriones.

D.- LAS REPERCUSIONES DEMOGRÁFICAS DE LA SEQUÍA


La sequía y las malas cosechas repercutieron en las condiciones de subsistencia y en la mortalidad de la población de Villamuriel entre los años 1868 y 1871.
Así a las enfermedades habituales del aparato digestivo (disentería, gastroenteritis, colitis) y respiratorio (bronconeumonía, bronquitis, pulmonía), acompañaron varias epidemias (viruela, tifus, difteria), sobre todo en 1869.


En 1868 la mitad de los muertos fueron niños de menos de 5 años (19 niños), 12 de los cuales tenían menos de 1 año. La población se vio afectada sobre todo por calenturas, viruelas y fiebre tifoidea.

En 1869 la mortalidad se repartió por todas las edades: 14 fueron niños de menos de 5 años, 9  niños o jóvenes de 6 a 20 años, 20  adultos de 21 a 50 años y 11 de más de 50 años.  La mayor mortalidad la provocaron las viruelas, el tifus y la fiebre tifoidea.

En 1870 casi ¾ partes de los muertos fueron niños menores de 5 años (37 niños), de los cuales 20 no habían cumplido todavía 1 año. En la mortalidad tuvieron especial incidencia el garrotillo (difteria) y la pulmonía.

En 1871 también los niños muertos (33 niños) fueron las ¾ partes del total, de los cuales 17 eran menores de 1 año.  Las causas fueron diversas: la tisis, la tabes, las calenturas, la angina y problemas gastrointestinales.


     CAUSAS DE  DEFUNCIONES EN VILLAMURIEL (1868-71)
ENFERMEDADES
1868
1869
1870
1871
CALENTURAS
XX


XX
VIRUELAS
X
XXX


FIEBRE TIFOIDEA
X
X


DIFTERIA O GARROTILLO


XX
X
CUARTANAS


X

TIFUS

XXX


DISENTERÍA


X
X
TABES



X
TISIS



XX
PULMONÍA
X
X
XX
X
ANGINA

X

XX
BRONQUITIS



X
FIEBRE CATARRAL



X
GASTROENTERITIS



X
COLITIS



X
POCA VITALIDAD
X
XX
XX
X
CÓLICO

X
X

SARNA


X

ACCIDENTE
X
X
X

PARALÍS


X

CÁNCER



X
NO CONSTA
XXX

XXX
X


4.- MATERIALES UTILIZADOS PARA EL ARTÍCULO


Libro "La Auténtica del Milagro", del Archivo Parroquial de Sta. María de Villamuriel.

Relato de D. Miguel García,  párroco de Sta María de Villamuriel, sobre la procesión de 1868, del Archivo Parroquial de Sta. María de Villamuriel

Actas Municipales de 1868 a 1872 de Villamuriel, del Archivo Municipal de Villamuriel

Libro 7 de Defunciones, del Archivo Parroquial de Sta. María de Villamuriel

Datos meteorológicos de Valladolid de 1868 a 1870, suministrados por  AEMET

Norte de Castilla: periódico del 31 de julio de 2019



Publicado por Zacarías Diez  García, miembro de la Asociación Amigos del Patrimonio de Villamuriel








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