viernes, 21 de abril de 2017

UNA CUNA REAL EN CALABAZANOS

En el primer cuarto del siglo XV, era Señor de Calabazanos Don Pedro Manrique, esposo de Doña Leonor de Castilla, padre de Doña Aldonza, Doña María, Don Gómez y Don Rodrigo Manrique, padre del poeta Don Jorge Manrique. En 1427, Don Pedro cede el señorío de Calabazanos a su esposa y acaecido su fallecimiento en 1440, Doña Leonor funda junto a sus hijas el Monasterio femenino de la Orden Franciscana de Santa Clara, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Consolación. Los Manrique eran en la época una de las más antiguas familias nobles de España y poseían algunos de los títulos más importantes de Castilla. Su mucha relación con Isabel la Católica tanto mientras fue princesa como cuando fue reina, dejaron su huella en este monasterio cerrateño y ha llegado hasta nuestros días. Dos reliquias patrimoniales de la viveza espiritual y cultural que se vivía en aquellos primeros años son objeto y objetivo hoy de nuestro blog: la que se ha dado en llamar por tradición La cuna de Isabel la Católica y la obra de Gómez Manrique, Auto del Nacimiento de Nuestro Señor que compuso a instancias de su hermana María para ser representada en el convento en la Navidad.

 LA CUNA DE ISABEL LA CATÓLICA 

La primera fotografía muestra el aspecto de la pieza tal y como se encuentra en la actualidad con ajuar (dosel, caídas y colcha) de estilo barroco de inicios del siglo XVIII.
El pasado año, unos historiadores fijaron su trabajo en el estudio de esta pieza llegando a descubrir que por la parte superior se habían hecho añadidos a los elementos originales (parte roja) que bien pudieran corresponder a la época de Isabel (parte roja)  






Las fotografías de esta cuna que se custodia en la clausura del convento nos la han facilitado gentilmente las religiosas Clarisas junto con algunas de sus características. Es una pequeña cama con dosel de la que se posee diverso y fino ajuar. La tradición conventual cree que las ropas fueron bordadas por la propia reina. En su confección se emplearon encajes, rasos, hilos de plata, rizados, entorchados... El cobertor de raso azul lleva en el centro bordado el Cordero Místico sobre el libro de los 7 sellos. La pieza por sus pequeñas dimensiones se cree que fue ocupada por la imagen del Divino Infante (Niño Jesús), hoy desaparecida, que se empleaba para la representación del Auto de Navidad. 

REPRESENTAÇION DEL NAÇIMIENTO DE NUESTRO SEÑOR

Es el célebre Auto de Navidad del corregidor toledano Don Gómez Manrique considerado por filósofos e historiadores la primera pieza completa de la historia del teatro español del último tercio del siglo XV. Es una evidente referencia cristiana a la tradición franciscana del espíritu y del misterio de la Navidad y Gómez Manrique escribe los conmovedores versos de su obra pensando en esta comunidad de monjas franciscanas de Calabazanos de las que por aquel entonces era vicaria su propia hermana Doña María que fue quién se lo pidió. Sin entrar en profundidad en el texto, todo él gira entorno a la humanidad de Cristo, la unión de la cuna y la cruz y la fidelidad evangélica con un mensaje claro, puro y duro: Cristo viene al mundo, se hace hombre y muere por nuestros pecados en la cruz. Los numerosos personajes que interactúan van dando sentido y contenido a una representación que en la actualidad implica a numerosos colectivos e instituciones públicas y privadas consiguiendo que cada año crezca en calidad y renombre hasta el punto de que se tengan que hacer varios pases en diferente días para dar cabida al numeroso público que se acerca al Real Monasterio para disfrutarlo en directo. La obra culmina con el entrañable canto "Callad, fijo mio, chiquito..." donde el autor vertió toda la ternura de nuestra lengua castellana y puede ser tenido como el primero y más entrañable poema navideño de nuestra literatura


Las siguientes fotografías son de MB y corresponden a una de las últimas representaciones de este Auto de Navidad en Calabazanos con parte de los personajes representativos que intervienen.




2 comentarios:

  1. Muy interesantes estos artículos del Convento de Calabazanos, no tenía conocimiento de la existencia de la cuna, por cierto, preciosa.

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  2. Cuanto patrimonio hay en Villamuriel que ignoramos. Muy buena la sinopsis.


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