sábado, 27 de mayo de 2017

EL MILAGRO DE LA CERA



EL MILAGRO DE LA CERA   (1601)

INTRODUCCIÓN
Todo el mundo en Villamuriel ha oído hablar del milagro de la cera por obra de la Virgen durante la procesión con su imagen de Villamuriel a Palencia.

En este artículo, basándome en el libro de la AUTÉNTICA DEL MILAGRO, que se conserva en la parroquia de Villamuriel, voy a dar algunos detalles de dicho milagro, que tuvo lugar el 30 de mayo de 1601, que era la víspera de la Ascensión.

Las fotografías reproducen textos o imágenes del libro de la AUTÉNTICA del Milagro y del informe de la Rogativa de 1868 realizado por  D. Miguel García, pertenecientes al Archivo Parroquial de Villamuriel.
Libro de la Auténtica del Milagro

El cura de Villamuriel, D. Diego de Calabazanos, presentó una demanda ante el Obispo para que el suceso de la cera fuese declarado milagro de la Virgen. Fue sentenciado el 9 de noviembre de 1601.
En mayo de 1602, el obispo de Palencia, D. Martín de Axpe y Sierra, dio licencia para que se pudiese imprimir la relación del milagro y la sentencia en que declaraba que dicho caso debía ser tenido por milagro.

RELACIÓN DEL MILAGRO
"En la villa de Villamuriel, que dista una legua de la ciudad de Palencia, hay una imagen de Nuestra Señora, a la que toda aquella tierra tiene particular devoción y acostumbran sacarla, cuando hay alguna necesidad general, y habiendo gran sequedad el año pasado pidieron que dicha imagen se llevase en procesión a la ermita de Nuestra Señora del Otero, que está a ¼ de legua de Palencia.
Y teniéndolo concertado, dijo el cura Diego de Calabazanos al pueblo que preparase 4 hachas para alumbrar a la santa imagen, cuando atravesase por la ciudad de Palencia, ya que no era decente llevarla sin luz.  A esto respondió el Alcalde ordinario, Antonio de Villamartín, que estaba presente, que el Concejo estaba muy pobre y a esto el cura replicó que para cosa semejante  no se debía alegar pobreza.
Y otro día por la mañana, antes de que saliese la procesión, un regidor, Juan de Magaz, volvió a decir al cura que si bastaran cirios y el cura, cansado de que reparasen en tan poco gasto como había de hachas a cirios, respondió con desdén  que no habían de ser sino hachas.
Otro regidor, Diego de Bedoya, dijo que se hiciese lo que el cura mandaba. Y luego partió con Juan de Mayorga, delante, a la ciudad de Palencia a buscar las hachas y, por evitar mayor gasto tomándolas enteras, alquilaron 4 medias de un cerero, que se llamaba Francisco Martínez, el cual las pesó y asentó en su libro que pesaban 8 libras y media (cada libra son 460 gramos) , dejando en señal 1 real de a ocho (moneda de 8 reales).
El regidor salió con ellas a la procesión y la encontró al arroyo de Villalobón, que pasa antes de llegar a los arrabales de la ciudad, y allí mandó el cura encender las hachas y que las llevasen 4 doncellas muchachas que traían preparadas para el efecto.
Y caminaron a la ciudad y entraron por la puerta que llaman del Mercado y atravesaron por toda la ciudad hasta salir por la puerta de Monzón, haciendo una estación dentro del monasterio de San Agustín.
Habiendo salido  de la ciudad, el cura se adelantó a la ermita de Nuestra Señora del Otero para vestirse y decir misa cantada.  El regidor hizo apagar las hachas, porque iban por el campo.   Llegados a la ermita, el cura salió a decir la Misa y viendo las hachas apagadas mandó que se encendiesen y ardieron durante la Misa y mientras se hicieron algunas conmemoraciones en los altares que hay en dicha ermita y en otra que está cerca, que se llama San Juan del Otero.

Relación del Milagro

Acabado esto y bajando la cuesta, la procesión se volvió por diferente camino fuera de la ciudad.   Y el regidor con su compañero entraron en la ciudad a dar las hachas a su dueño y no hallándole en casa, sino a su mujer, ella tomó el libro y, leyendo el asiento, halló que había pesado las 8 libras y media dichas. Y las mismas pesas estaban juntas sobre el tablero, como las había dejado su marido, y, tomándolas, las puso sobre la balanza y en la otra las medias hachas y pesaban más y fue añadiendo pesas hasta 10 onzas (cada onza son 29 gramos), con las cuales se ajustó el peso.
La mujer, maravillada de que pesasen más que cuando se llevaron, dijo al labrador que no sabía qué pedirle, que dejase 1 real y fuese con Dios.  Y así lo hizo y se volvió a su lugar, sin hacer mucho caso de ello ni decir nada al cura, aunque lo hablaban entre los labradores por cosa maravillosa.
Uno de los labradores, 4 días después, preguntó al cura qué le parecía lo de las hachas y le respondió que él no sabía nada. Y, como se lo contaron, llamó al regidor y se informó de lo que pasaba con puntualidad y, reprendiéndole por no habérselo dicho antes, se fue a la ciudad de Palencia y habló al cerero y a su mujer y se informó bien de ellos.
El cura viendo el asiento del libro y certificándose del caso, dio cuenta al Obispo de ello y éste mandó se dijese a su Provisor, el cual dio su comisión a Sebastián de Matallana, cura de Hontoria. Después, el Obispo juntó religiosos y letrados de su Iglesia, los cuales nombraron por fiscal, para que opusiese objeciones al milagro, al licenciado D. Francisco de Alcaraz, canónigo de la Iglesia de Palencia.
Y hecha plenaria información en contradictorio juicio, su Señoría, habiéndolo comunicado con los de la Junta y con su acuerdo, votos y parecer, dio y  pronunció la siguiente sentencia:

SENTENCIA

En el pleito y causa que ante nos y ante el licenciado D. Gaspar de Peralta, nuestro Provisor general, pende entre partes, demandante de la una Diego de Calabazanos, cura en la Parroquial Iglesia de la villa de Villamuriel, y de la otra el licenciado D. Francisco de Alcaraz, Canónigo de la Santa Iglesia de Palencia, fiscal por nos nombrado en este caso y para la defensa de este pleito en razón del milagro que nuestra Señora la Mayor de la Iglesia de Villamuriel hizo en 30 días del mes de mayo de este presente año de 1601 en la procesión de Letanía, que el dicho cura, clérigos y concejo de la dicha villa hicieron el dicho día con la dicha imagen a Nuestra Señora del Otero de Palencia.
(En el párrafo siguiente el Obispo llama al prior del convento de San Pablo, al guardián del convento de San Francisco y a varios canónigos de la Catedral de Palencia para calificar dicho milagro, los cuales dieron los votos y parecer de que el dicho caso se debía tener por milagro y que se le debía declarar por tal).
Por ende, fallamos que debemos de pronunciar y pronunciamos: que el dicho Diego de Calabazanos ha probado bien lo en su demanda contenido y que por parte del dicho Fiscal no se probaron sus excepciones ni defensiones como probarle convenía.

Averiguación del Milagro

En consecuencia de lo cual, haciendo en esta causa lo que de justicia debe ser hecho, debemos de declarar y declaramos que el dicho caso debe ser tenido por milagro, que nuestro Señor fue servido hacer en honra de su bendita Madre Nuestra Señora.
Y mandamos a todo los fieles Cristianos de este nuestro Obispado que de aquí en adelante veneren y tengan por tal el dicho milagro.
Y para que de este caso haya y se tenga perpetua memoria, mandamos que las dichas 4 medias hachas se cuelguen y pongan a los lados de la dicha santa imagen de Nuestra Señora en la dicha Iglesia, de manera que sean vistas de todos.
Y asimismo que este dicho milagro se escriba y ponga en una tabla en parte y lugar que esté de manifiesto para que con vista de todo ello el pueblo Cristiano se exhorte a perpetua y mayor devoción de la dicha santa imagen.
Y por esta nuestra sentencia definitiva así lo pronunciamos y mandamos, juzgando en estos escritos y por ellos.
El Obispo de Palencia, Conde de Pernía

EPÍLOGO
Y porque podría parecer a alguno que este milagro era cosa pequeña, esto no importa, pues el mismo poder es menester para crear un mosquito o una  hormiguita que para crear los cielos y la tierra y todo lo que en ellos hay y ninguno puede crear ni aumentar lo criado, sino solo Dios, del cual canta la santa madre Iglesia que, aunque es grande en las cosas grandes, más gloriosamente obra maravillas en las pequeñas”

 


ROGATIVA con la VIRGEN del MILAGRO
EN PROCESIÓN A PALENCIA (1868)


INTRODUCCIÓN

En un clima como el de Castilla se producen periódicamente años de sequía más o menos intensa.  Pero como la de 1868 no se había conocido ninguna.

Por ello, el cura de Villamuriel, D. Miguel García, pidió permiso al Obispo para realizar una solemne rogativa, llevando en procesión a Nuestra Señora de los Milagros desde Villamuriel a la ermita de Nª Señora del Otero de Palencia, como lo habían hecho sus antepasados en 1601, para que Dios por la intercesión de María y de todos los santos se dignase remediar sus males.


Programa de la Rogativa  de 1868

SALIDA DE LA PROCESIÓN
La  rogativa se realizó el 21 de abril de dicho año. Partieron del pueblo al salir el sol. En cabeza iban 60 niños de la escuela, seguidos de los de mayor edad.  Luego tres cofradías con sus insignias, acompañados por 13 personas descalzas y con cruces en los hombros. A continuación iba la Virgen del Milagro llevada por 12 vecinos  descalzos, en turnos de 4, y alumbrada por 18 doncellas con 6 hachas y 12 velas.
Después marchaba el clero, en número de 6, con la cruz parroquial y 6 niños cantores entonando la letanía de los Santos. A continuación, el Ayuntamiento con su alcalde D. Andrés Meneses al frente, acompañado de 4 guardias civiles.  Y detrás todas las mujeres del pueblo.
Al final iban 12 carros con los niños menores de 6 años y preparados para recoger a los que se indispusieran durante la peregrinación.
En el pueblo se quedaron otros 4 guardias civiles para custodiarlo y en la iglesia las personas impedidas orando y pidiendo a Dios y a la Virgen.
ENTRADA EN PALENCIA
A la procesión se le fueron añadiendo en el camino infinidad de personas de la capital y de los pueblos vecinos.  Al llegar al Portazgo una comisión del Ayuntamiento de Palencia se hizo cargo de la dirección de la misma, a la vez que se fue añadiendo un gentío inmenso, de forma que superaban las 10.000 almas.
Al llegar la procesión al arroyo de Villalobón se encendieron las 4 hachas que habían alumbrado a la Virgen en 1601, que se conservaban en la parroquia.
Cerca de la ciudad se incorporó el Gobernador Civil, D. Francisco Javier Betegón, el Consejo Provincial de la Diputación y personas distinguidas de la ciudad.


La Virgen del Milagro por la C/ Mayor de Palencia
A eso de las 9 de la mañana entraron en la ciudad por la puerta del Mercado y recorrieron la calle Mayor, que estaba engalanada con colgaduras en los balcones y cerrados todos los establecimientos. Las campanas de los templos de la ciudad sonaron gran parte del día anunciando la rogativa e incluso se tiraron cuetes en honor a la Virgen.
Tal era la afluencia de gente que tardaron más de 1 hora en llegar a las Monjas Agustinas Canónigas.   Entraron en la iglesia, donde les esperaba el Obispo, D. Juan Lozano.  Allí las monjas cantaron la Salve y en la calle los niños de párvulos de la ciudad cantaron unos versos alusivos a la Virgen del Milagro acompañados de 8 violines.
EN LA ERMITA DE Nª SRA. DEL OTERO
La rogativa salió de la ciudad por la puerta de León (antes de Monzón) presidida por el Sr. Obispo para dirigirse  a la ermita de Nª Sra. del Otero, donde se ofició una misa solemne, que terminó con una plegaria pidiendo a Dios, por intercesión de su Madre, agua para los campos y el remedio de las calamidades públicas.
Delante de la ermita de Sto. Toribio  se concentraron más de 20.000 almas, que lloraban, sobre todo las mujeres,  y hacían peticiones a la Virgen:
“Agua os pedimos, Virgen del Milagro; por ser tan piadosa, de vos lo esperamos”
“Virgen Santísima, alcanzadnos agua de salud para los campos que se nos secan”
“Virgen del Milagro, remediazme, que tengo 8 hijos y no tengo pan que darlos”
A la una y media, los vecinos de Villamuriel comieron algo al pie de la cuesta, aunque muchos se quedaron sin comer por no encontrar a sus familias debido al gentío que había.
REGRESO DE LA PROCESIÓN
A las 3 de la tarde, los vecinos de Villamuriel emprendieron el regreso al pueblo con la Virgen, en la misma forma que habían ido, pero por las afueras de la ciudad.    Al llegar al arroyo de Villalobón fueron despedidos por las autoridades de Palencia, que les habían seguido acompañando.  Allí el párroco de Villamuriel dio las gracias a todos los presentes en nombre del pueblo y mandó poner a la Virgen de cara  a la ciudad en un gesto de despedida y acción de gracias.
A las 7 y media llegó  la Virgen a la iglesia, acompañada de todo el vecindario, que arrodillado concluyó la jornada con el canto de la letanía.
El  Sr. Cura (que ya tenía 62 años) acaba diciendo que fue un día para recordar siempre, ya que nunca habían visto  un número tan crecido de personas unidas en un mismo sentimiento y que, aunque habían vuelto muy cansados del viaje, rendidos por la fatiga y la sed y llenos de polvo (los niños y otras personas tuvieron que subirse a los carros en el Portazgo  por no poder seguir ya a pie), todos estaban contentos, porque había sido un día muy emotivo y de un profundo sentimiento religioso.
 DESPUÉS DE LA ROGATIVA
La rogativa consiguió su objetivo religioso de impulsar el fervor y la devoción a la Virgen, pero no su objetivo material, la tan necesaria lluvia, porque no se dice nada en ese sentido en el documento que recoge el acto.  La sequía debió continuar, como se deduce de  las frases que en la hoja siguiente escribe D. Miguel García Alonso, cura de Villamuriel:
Habla de que "las llanuras de Castilla eran un inmenso páramo, un árido desierto, una región asolada, donde no han nacido las espigas ni ha germinado la yerba".  Dice que "se perdieron las cosechas de cereales, de legumbres, de patatas,  se carecía de pienso y paja para los animales". "Se ha visto perderse la cosecha de cebada o legumbres en zonas determinadas, pero no cogerse nada como en este año de 1868 no se ha conocido jamás en Castilla la Vieja ni en ninguna parte".
"Sin frutos sus campos, sin existencias en  sus graneros, sin trabajo, sin yuntas viven los pobres castellanos, sin otro amparo que la resignación, sin otra ayuda que la misericordia del cielo. No hay trabajo, no hay pan, no hay más que hambre, no hay más que miseria".
 
Las penurias de la población por la sequía, relatadas por D. Miguel García


CUARTO CENTENARIO DEL MILAGRO (2001)
Como colofón a este relato sobre el Milagro de la Cera, quiero señalar que el sábado 26 de mayo del año 2001 se celebró la Fiesta del Cuarto Centenario del Milagro.

ACTOS EN PALENCIA

Programa del IV Centenario del Milagro

Se llevó la Virgen a Palencia en un furgón y se realizó la procesión desde el inicio de la Calle Mayor hasta la Catedral.
Abría la procesión la Cruz Parroquial, seguida por estandartes de las otras Cofradías de la parroquia, los niños de comunión y los cofrades de la Virgen. La Imagen de la Virgen era portada por diversos grupos de personas y flanqueada por 4 jovencitas que portaban las tradicionales hachas.  Detrás de la Virgen iban los sacerdotes, las autoridades locales  y provinciales, la banda de música y los fieles.
A ambos lados de la calle cientos de personas, unas por devoción y otras por curiosidad, contemplaban el paso de la Virgen.  Los piropos y los cantos dirigidos a la Virgen, así como los aplausos, acompañaron  a la Virgen hasta llegar a la Catedral.
La calle Mayor estaba engalanada con banderas y colchas de muchos colores y los peregrinos llenaban las calles de la ciudad.
Una vez en la Catedral, el párroco de Villamuriel, D. Teodoro Flores, dirigió unas palabras  a  los 2.500 asistentes recordando que se celebraban los 400 años del Milagro de la Cera.   A continuación, el Obispo de Palencia, D. Rafael Palmero, presidió la Celebración de la Palabra.
Una vez terminada la Misa, se entonó la Salve en la Puerta del Obispo de la Catedral con gran devoción.  Después actuaron diversos Coros y Danzas del pueblo y la ciudad.

La Virgen del Milagro entrando en la iglesia

ACTOS EN VILLAMURIEL
A las 2 de la tarde se regresó a Villamuriel.    Y por la tarde, en la parroquia, se celebró el final de la Novena y, una vez finalizada la Misa, todos se trasladaron a la plaza del Ayuntamiento para oír las tradicionales “Gracias” (poesías en honor de la Virgen), pronunciadas por dos jóvenes.
 Al día siguiente, domingo 27, día de la Ascensión,  el Sr. Obispo presidió la concelebración eucarística en Villamuriel.   Después de la Misa, se realizó la Procesión por casi todo el pueblo hasta llegar al Ayuntamiento, donde otros dos  jóvenes  recitaron las “Gracias”.
A continuación se reinició la Procesión hasta la plaza de la iglesia, donde se entonó la Salve. Finalmente se cerró el acto con el “Viva la Virgen del Milagro”, pronunciado por Simón Blanco (como ya era tradicional).

1 comentario:

  1. Tras leer este interesante articulo en búsqueda de una posible relación de estos hechos con la Virgen de Villaverde en Magaz, me gustaría preguntarle si tiene usted información al respecto de porqué en Villamuriel se celebra el Día de Villaverde y si realmente existe algún vinculo entre ambos municipios. Mi correo electrónico es patriciapeblan@gmail.com
    Saludos

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