LAS CUEVAS DE
VILLAMURIEL:
SU HISTORIA Y SUS HABITANTES
SU HISTORIA Y SUS HABITANTES
1.- ASPECTOS GENERALES
La arquitectura
subterránea aprovecha los
recursos naturales del lugar para la
construcción. Para ello debe haber un
terreno de rocas sedimentarias:arcilla, arenisca, marga, caliza o
conglomerados.
Aprovecha la inercia térmica del terreno para obtener confort térmico
interior en la vivienda. Si se ha
cumplido con los requisitos, el clima interior está muy cerca del confort
térmico:cálido en invierno y fresco en verano.
Este tipo de construcción
tiene muy poco impacto medioambiental durante su construcción (excavación) y
uso. Se adapta muy bien al paisaje existente, de manera que casi no se nota la
construcción en comparación a las casas levantadas encima del terreno.
Durante las etapas prehistóricas
(Paleolítico, Neolítico) las cuevas naturales han servido de vivienda a los
humanos, sobre todo en las etapas más frías, y de refugio para defenderse de
los animales. Incluso se utilizaron como
santuario religioso o sitio funerario.
Después, en
época ya histórica, los hombres con menos recursos han utilizado para vivir las
cuevas, naturales o excavadas por ellos, sobre todo en las regiones del sur español.
También se han
usado como bodega y almacén de grano.
2.- LOCALIZACIÓN DE LAS
CUEVAS EN VILLAMURIEL
En pocos pueblos de la provincia ha habido un barrio de cuevas excavadas tan extenso y poblado
como el de Miraflores de Villamuriel.
Miraflores era un barrio muy
característico en el extrarradio del pueblo, en el que llegó a vivir la séptima
parte de su población, con lazos familiares y de relación
muy estrechos entre sus habitantes (bajaban juntos a la escuela, a la iglesia y
a comprar al pueblo, los niños jugaban juntos por sus alrededores, se reunían
los vecinos a charlar en la cocina o en las explanadas y bastantes se casaban entre ellos).
Las cuevas en Villamuriel están localizadas en 2 zonas: Miraflores y el Castellón.
Las de
Miraflores se sitúan en un espigón de rocas arcillosas a 760-770 m. de altitud
(el pueblo está a 730 m.), en la subida al páramo, a 1 km. del pueblo,
excavadas de 1 a 4 niveles.
Las del Castellón
se han excavado en una pequeña loma, también arcillosa, situada en el mismo
pueblo, en un solo nivel.
Los terrenos de
la zona de Miraflores, que hasta mediados del s. XIX eran comunales, fueron
desamortizados a partir de 1855 y pasaron a manos privadas, pero las laderas
improductivas no se cultivaban, lo cual facilitó que en ellas se excavaran las
cuevas.
Las tierras del
Castellón eran particulares, pero el subsuelo no es privado, por lo cual se
pudieron excavar las cuevas, cuya entrada se realizaba por la Calle del Castellón
(hoy Avenida de Portugal) o por la Calle de Zamora (hoy Calle Marino Rodríguez).
Cuevas del Castellón
Barrio de Miraflores, Barrio Virgen del Milagro y FASA Renault
3.- SU APARICIÓN Y
EVOLUCIÓN
En los diversos documentos conservados
no hay constancia de que en
Villamuriel se viviera en cuevas
de forma permanente antes del s.
XIX. Así en el Catastro de Ensenada (de
1752), al hacer el inventario de bienes de cada familia, no hay nadie que declare
poseer cuevas para vivir o alquiladas.
En los Libros de Matrículas de la
parroquia de Villamuriel del s. XIX (estos libros recogen el cumplimiento de
los sacramentos de Confesión y Comunión por parte de los fieles) aparece la
relación de familias e individuos que
habitaban en las cuevas. La primera vez que
lo indican es en 1832.
También en el estudio de la población de
Villamuriel que hace Simón Nieto en 1880 aparecen citadas las cuevas de la zona
de Miraflores (al oeste del pueblo), en las laderas del páramo.
Igualmente en los Censos Electorales de
Villamuriel figuran las personas que vivían en las zonas de cuevas (Miraflores
y Castellón) en los ss. XIX y XX.
En 1832 sólo había 6 cuevas: 3 en el
Castillón (en el Libro de Matrículas las llama Garitas al Puente) y otras 3 tal vez en Miraflores (ya que las llama
Garitas al Poniente).
Su número creció lentamente a lo largo del
s. XIX (a mediados de siglo sólo había 9 cuevas entre las 2 zonas), pero
aumentó considerablemente en los últimos decenios del s. XIX (en 1900 ya había 53
cuevas en Miraflores y 16 en el Castillón) debido al incremento de la población
por el descenso de la mortalidad en España a partir de esas fechas y por el
atractivo del trabajo en los viñedos de la localidad y debido a la falta de viviendas
en el pueblo.
A mediados del
s. XX es cuando se ha registrado el mayor número de cuevas ( 64 en Miraflores y 16 en el Castellón), número que se ha mantenido hasta su abandono como viviendas entre 1960
y 1970.
En ellas se ha vivido hasta la década de
1970, en que por derrumbes en las cuevas debido a las lluvias (en 1962), por el
traslado a las nuevas casas en el pueblo (las Casas Nuevas) o por la emigración a
las ciudades han sido abandonadas y se han ido cayendo o han sido transformadas para convertirlas en
merenderos o residencias de fin de semana.
A finales de 2017 se han derribado las cuevas que quedaban en el lado derecho de la Av. de Portugal para unir el solar al espacio resultante del derribo del cementerio viejo.
A finales de 2017 se han derribado las cuevas que quedaban en el lado derecho de la Av. de Portugal para unir el solar al espacio resultante del derribo del cementerio viejo.
4.- ¿ COMO ERAN LAS CUEVAS?
Eran viviendas pequeñas, que solían tener unos 50 m2 de espacio habitable, repartido entre el vestíbulo (5-10 m2), 2 habitaciones más grandes (entre 8 y 12 m2), 2 alcobas pequeñas (4-8 m2) y la cocina (unos 10 m2).
Además solían disponer de un corral
exterior, de tamaño diverso (10-20 m2), para guardar la leña y las escobas, y una cuadra (también
excavada, de 8-10 m2) para los animales (el burro, los conejos o las gallinas).
Los muros interiores eran de tierra, de gran anchura (entre 60 y 80 cm). Las paredes y techos eran de tierra, pero solían estar revocados con una fina capa de yeso (obtenido del rabillo de las yeseras), que les daba un color blanco brillante. Los suelos normalmente eran de tierra prensada, aunque algunas cuevas los tenían de baldosas. Encima de la cueva había una capa natural de arcilla de 2 a 3 m.
Fachada e interior de cueva semiderruida en 3º nivel
La altura máxima (en el centro) de las habitaciones y la cocina rondaba los 1,90 m., pero el vestíbulo era algo más bajo (1,75 m.) y la alcoba apenas pasaba de 1,50 m.
La
puerta de entrada tenía algo más de 1 m. de ancho y 1,75 de alto. Las puertas interiores eran más estrechas y
más bajas (0,90 m. de ancho y 1,60 m. de alto). Solían tener ventana en la cocina y en algunas habitaciones.
La fachada estaba orientada al sur para
resguardarse del frío del norte. La fachada tenía un muro de tierra, a veces
reforzado con piedras calizas irregulares, que le hacía tener un grosor de casi
1 m.
Fachada rehabilitada e interior de la cueva de la señora Nana
No tenían agua corriente ni de pozos (en el pueblo, había pozos en las casas y el agua corriente se metió en las viviendas a mediados de los años 60 del s. XX), por lo que tenían que subir el agua del Canal por caminos o sendas empinados y
de tierra, embarrados durante las épocas de lluvia. Y para los demás servicios (médico, tienda,
escuela, iglesia, bar) tenían que bajar al pueblo a casi 1 km. de distancia.
Tampoco tenían luz eléctrica (en
el pueblo, las casas ya la tuvieron a principios del s. XX). La luz, por el día, entraba por las ventanas de la fachada y, por la noche, se servían de candiles y velas.
Aunque su temperatura era más constante que en las casas, había una trébede en la cocina (alimentada con leña, carbón y escobas del campo), donde hacían la comida y cuyo calor caldeaba el resto de las habitaciones.
Aunque su temperatura era más constante que en las casas, había una trébede en la cocina (alimentada con leña, carbón y escobas del campo), donde hacían la comida y cuyo calor caldeaba el resto de las habitaciones.
5.- SUS HABITANTES
En cuanto al número de habitantes, en 1832 sólo vivían 11 personas
en las garitas al Puente y 10 en las garitas al Poniente. En 1865 ya
residían 62 personas en cada uno de los núcleos de cuevas (según el
censo de 1860, Villamuriel tenía 1.050 habitantes).
En 1900 habitaban en Miraflores casi 200 personas (según
el censo de 1900, la población de todo el pueblo eran unas 1.450 personas). En las
primeras décadas del s. XX hubo un descenso de población en Miraflores para
volver a incrementarse después de la Guerra Civil hasta 250 personas en 1950 (según
el censo, la población de Villamuriel era de 1.700).
Así en 1890 (según el censo electoral, en el que sólo aparecen los varones mayores de 25 años) había 27 jornaleros en Miraflores y 11 en el Castillón.
En 1916 (según
el Libro de matrículas parroquial, en que se registra a todos los habitantes)
había 51 jornaleros en Miraflores y 17 en el Castillón. También había algunos pastores.
A las mujeres no se les asignaba
profesión, pero muchas desde temprana edad también trabajaban
estacionalmente en el campo (en los
viñedos, más tarde en la remolacha), en la
recogida de leña en el monte de Palencia (traída con el burro o a cuestas) o de rabillo en las yeseras para encalar la cueva
o en el servicio doméstico de las familias acomodadas del pueblo.
Además, las mujeres atendían la cueva, cuidaban de los hijos, bajaban al Canal con sus cántaros a coger agua o a lavar la ropa, iban al pueblo a comprar el pan y otros artículos básicos.
Además, las mujeres atendían la cueva, cuidaban de los hijos, bajaban al Canal con sus cántaros a coger agua o a lavar la ropa, iban al pueblo a comprar el pan y otros artículos básicos.
En el s. XIX una buena parte de los matrimonios de las cuevas (el marido y la mujer o uno de ellos) procedía de otros pueblos, bien del Cerrato o de la zona de Campos próxima a Palencia, pero en el s. XX cada vez fueron más numerosos los matrimonios entre personas nacidas ya en el pueblo.
El número de hijos de cada matrimonio era elevado, pero bastantes morían en los primeros años de vida. El número de hijos vivos fue aumentando en el s. XX por el descenso de la mortalidad infantil. En ambos siglos, la mayor parte de sus hijos e hijas ya habían nacido en Villamuriel.
En cuanto a la estructura por edades, era muy parecida a las otras zonas del pueblo y de otros pueblos en el s. XIX y 1ª mitad del s. XX. Había tantos niños como adultos y los niños y jóvenes constituían la mitad e incluso las 3/5 partes de la población por una elevada natalidad y una mortalidad media. Había muy pocos ancianos, pero su número y porcentaje fue aumentando en la 1ª mitad del s. XX al haber una mayor esperanza de vida.
En cuanto al sexo de su población, en ellas ha habido a lo largo de los años entre un 10 y un 20% más de hombres que de mujeres.
Artículo
elaborado por Zacarías Diez García, miembro de la Asociación Amigos del
Patrimonio de Villamuriel