jueves, 28 de febrero de 2019

LA MEMORIA DEL "CHINGUILILLO". CARNAVAL VILLAMURIEL



El término "carnaval" va asociado para la mayoría de las personas con el hecho de disfrazarse y pasar unos días de fiesta y jolgorio, pero esta celebración que lleva siglos realizándose no siempre estuvo vinculada al hecho de ponerse un disfraz sino que es el resultado de una mezcla de fiestas y tradiciones, provenientes de distintas culturas, que en un momento de la historia se fueron unificando para acabar siendo el festejo que hoy en día conocemos.



Las Saturnales que celebraban los romanos, días de conmemoración a Saturno, dios de la agricultura en los que estaban permitidos todo tipo de excesos y desmadres con la opción de camuflarse bajo máscaras y otras ropas para preservar la identidad, parece la semilla de unas celebraciones de origen pagano que la imposición del catolicismo convirtió en los días festivos previos a la Cuaresma en los que se podía comer carne (de ahí la etimología de "carnaval": quitar la carne) antes del ayuno y abstinencia obligados durante los cuarenta días previos a la Semana Santa.

Durante siglos, estas tradiciones culturales se mantuvieron en el tiempo por la población rural como parte de su tradición genuina y costumbres, sin ningún apoyo financiero. En la Edad Media y desde Venecia, llega el empuje definitivo y la exportación de los carnavales al resto del continente europeo.

Castilla y León tiene un rico patrimonio en lo que a carnavales tradicionales y mascaradas se refiere. Junto a las Cofradías de Ánimas, apelativos y figuras que hunden sus raíces en la historia y la tradición regional llevan nombres tan peculiares como: Guirrio, Zafarrón, Zamarranco, Jurru, Maranfallo, Chocadeiro, Juanillo, Antruido, Zangarrónde, Visparra, Obisparra, Currumachos, Zarramaches, Colacho, Birria... o el CHINGUILILLO (o Tío Chingo) de Villamuriel de Cerrato.



EL CARNAVAL DE TODOS

Los carnavales de Villamuriel de Cerrato, en su historia más reciente, levantaron el ánimo hace apenas tres décadas. Por iniciativa municipal y con el apoyo entusiasta de los colectivos sociales, el Carnaval recuperó la calle con la democracia en el invierno de 1990. En las escuelas ya se venía celebrando la fiesta del disfraz; ahora, se trataba de implicar al pueblo entero y a los vecinos de todas las edades. Son los agentes sociales, culturales, políticos y asociaciones los que se mueven y organizan para mostrar su existencia y características. De ésta unión y cooperación sale cada año un nuevo programa con las variaciones acordadas y la difusión merecida.



La idea madura, cuaja y se acuerda el programa: Concentración en la plaza del Ayuntamiento, lectura de Pregón, desfile del "Entierro de la sardina", música de charanga y conclusión en la era con reparto de golosinas. La respuesta espontánea, ilusionante y participativa sentaría las bases para años venideros. Y en cada nueva edición se aunan esfuerzos, se eleva el presupuesto, se alargan, suman o restan  iniciativas e ideas a fin de que no decaiga el  interés común y la participación.



El Programa de Carnaval 2019 recoge actividades desde el miércoles 27 de febrero al 6 de marzo cuando se celebre el "Entierro de la Sardina" con participación de los grupos de teatro locales, la agrupación de dulzainas, la Escuela de Música y cuántos se sumen al cortejo. Finaliza la función con la quema de la sardina difunta y el reparto de la sardina-dulce que acompaña a la mistela o el mosto.


Sardina dulce que se degusta en Villamuriel junto con el mosto el miercoles de carnaval

EL CARNAVAL CONTADO POR NUESTROS MAYORES

Amigos del Patrimonio ha estado indagando en la tradición de los carnavales en Villamuriel de Cerrato. De la antigüedad, a excepción de los ritos propios asociados a la Cofradía de las Ánimas: Desfile de guardias uniformados al estilo del siglo XIX, Abanderado y Reboloteo de la bandera, más los actos en la iglesia, no hemos encontrado documentación de la que echar mano como guía válida de referencia.


La información más retrospectiva que hemos obtenido nos llega vía oral, a viva voz  y a través de la memoria de quien la vivió y retuvo. El testimonio nos sitúa en la Segunda República española (régimen democrático de 1931 a 1939). Cuando en la década de los 90 del siglo pasado se recuperan los carnavales para el pueblo, entre los más entusiasmados y a favor, los mayores de Villamuriel. El Hogar del Jubilado se decora profusamente con la especial implicación de las mujeres. Muchas imágenes, hechos y situaciones volvieron a sus mentes y "aunque poco quedará de lo antes" comentaban entonces, la idea les llenaba de satisfacción. "No contaremos con la bandera, ni la pica, ni la banda del capitán, ni tampoco con el bastón del aposentador, ni se tirará la pelusa, ni vendrá el tío Chingo de Dueñas con su pellejo de conejo para perseguir y pegar a la gente... No acudirá el tío Pascasio con su caña y su higo" pero estamos abiertos a lo que venga".


Tres días duraba la fiesta en aquellos tiempos en que la gente se vestía muy elegante para salir a la calle, recuerdan. La figura del Chinguilillo o Tío Chingo, que los dos nombres se empleaba para identificar al mismo sujeto que se correspondía con la de un varón de pequeña estatura y peculiar físico. Cada año y por carnaval, se desplazaba desde Dueñas con la misión de recorrer las calles de Villamuriel persiguiendo palo en mano a cuantos salían a su encuentro, especialmente a los niños a los que intentaba atizar mientras ellos, entre risas y aspavientos trataban de evitarlo. El palo consistía en una vara rematada en un extremo por un ato de plumas, lo que indica que si el palo del tío Chingo llegaba a algún cuerpo, no producía daño alguno. Durante el desfile, en escena iba un burro al que se le iba cargando con orinales, palanganas, baldes y otros utensilios a fin de que hiciese mucho ruido. Se acompañaba a la comitiva recitando coplas en función de la actualidad y en el lenguaje cómico - burlón - popular que se toleraba en aquel ambiente carnavalizado:

"Al tío Chinguilillo se le ha muerto el burro
y dice la canela que le den pol culo" 

A la figura del tío Pascasio, con su palo y en un extremo, un higo "pajoso" que los niños y mozos pretendían quitar:

"Al higuín al higuín
con la mano no
con la boca sí".

"Al higo, al higo
el que no tiene sapo, 
se le ha salido".

No tenemos mucho más que contar de aquellas risas integradoras del humor carnavalesco local donde todos intentaban participar alegres y burlones, parodiando la vida ordinaria y propiciando la diversión colectiva como mandaba la tradición y el estilo villamurielense.


Representación de la quema de la difunta sardina

Fotografía: Mª Eugenia, Zacarías y Montse.

LA ASOCIACIÓN APV LES DESEA ¡FELIZ CARNAVAL 2019!






No hay comentarios:

Publicar un comentario