sábado, 9 de marzo de 2019

LOS CEMENTERIOS DE VILLAMURIEL



DE LA IGLESIA Y EL SANTO PRADILLO 

AL CEMENTERIO MUNICIPAL


1.- ASPECTOS GENERALES

A.- EN EL MUNDO ANTIGUO

Desde tiempos remotos en todas las sociedades se ha practicado un culto a los muertos, traducido en darles un lugar de reposo digno y seguro, en el cual se depositan ciertos objetos  queridos o usados por el difunto y al que se acude con cierta periodicidad para hacer algunas ofrendas y no romper los vínculos afectivos creados en vida con esas personas.
En la España prerromana, los pueblos celtas y celtíberos enterraban a sus muertos en necrópolis, situadas fuera de los núcleos de población, pero próximas a ellos, para poder acudir a ellas con facilidad y dotar de cierta seguridad a las sepulturas.
Los romanos también enterraban a los suyos en cementerios columbarios y panteones situados a los lados de las vías de acceso a las ciudades.
Los primeros cristianos los enterraban en las catacumbas (galerías de antiguas minas abandonadas) o en cementerios creados en fincas proporcionadas por correligionarios ricos. 


TUMBAS EN LA VÍA APIA DE ROMA

B.- EN ÉPOCA MEDIEVAL

En la España medieval, el Fuero Juzgo visigodo (654) y las Partidas de Alfonso X  (1318) prohibían enterrar los cadáveres en la iglesia e incluso en cementerios situados en los núcleos urbanos e indicaban que estos se establecieran en las afueras de los mismos.
Pero se permitió que algunas personas ilustres se enterrasen dentro de las iglesias o en el atrio, costumbre que se extendió a otras personas durante la Edad Media por motivos religiosos y económicos: se creía que así los sufragios por los difuntos eran más efectivos al estar cerca de los santos y al facilitar a los vivos la memoria de sus muertos y a la vez la Iglesia obtenía dinero de los enterramientos y de los sufragios por los muertos.       Así los cristianos se enterraban dentro o cerca de las iglesias parroquiales, catedrales, conventos, ermitas.
SEPULCRO DE Dª INÉS DE OSORIO (Catedral de Palencia)
                           
Dentro de la iglesia las personas con más poder ocupaban los espacios mejor situados (capillas, criptas o nichos de las paredes).  La nave central se reservaba para miembros de la familia real y dignidades eclesiásticas.  El resto de personas se enterraban en el espacio libre de la iglesia o en el atrio adosado a la iglesia.  
El precio de las sepulturas era más alto en las ciudades y pueblos grandes que en los pequeños e iba descendiendo desde la capilla mayor hacia los pies del templo.

C.- EN ÉPOCA MODERNA

Debido a los malos olores que salían de tumbas mal cerradas y la falta de higiene con peligro de provocar epidemias, los higienistas del s. XVIII denunciaron la insalubridad de los cementerios eclesiásticos.
En 1787 una Real cédula de Carlos III prohibía los enterramientos dentro de los muros de la población y ordenaba la construcción de cementerios fuera de las ciudades y pueblos, aunque admitía todavía el entierro en las iglesias de personas destacadas por su virtud o santidad.
En esta Real Cédula, la construcción de los cementerios debía hacerse por los párrocos mediante el dinero de las fábricas de las iglesias.
Se señalaba que los cementerios se dividan en áreas (adultos, párvulos, clérigos) y que se rodeen de un muro de 2 metros de alto y con puertas de hierro para evitar que sea profanado por personas o animales.
Se establecía  que su capacidad fuera suficiente para albergar los muertos de 1 año,  calculando 2 cadáveres por sepultura y un período de 3 años para la descomposición de los restos.

La Ordenanza de Carlos III fue más teórica que práctica y a lo largo del s. XIX (1806, 1833, 1834, 1840) se vuelven a dar  Ordenanzas Reales recordando la prohibición y dando facilidades económicas para su cumplimiento.
En 1833 se fijó un control mixto de los cementerios: el municipio era responsable de la construcción y las autoridades religiosas eran las responsables de su custodia.
En 1857 se volvía a prohibir los enterramientos en las iglesias o dentro de las poblaciones, pero todavía en España había 2.650 poblaciones sin cementerio (más de la mitad de los pueblos de España).

2.- LOS CEMENTERIOS DE VILLAMURIEL


CRONOLOGÍA DEL USO DE LOS CEMENTERIOS
DE VILLAMURIEL

    AÑOS
    IGLESIA
PARROQUIAL 
STA.  MARÍA
CEMENTERIO
DE  LA IGLESIA
(Sto. Pradillo)

 ERMITA DE
S. SEBASTIÁN
  ERMITA DE 
Nª Sra. de  LAS
  ANGUSTIAS

CEMENTERIO
DE LA VILLA
  Antes de
     1680

       SI




  De 1680
   a 1700

       SI




  De 1700
   a 1750

       SI




  De 1750
   a 1804

       SI

         SI
  (algunos)


  De 1805
   a 1812

       SI




        SI
  De 1813
   a 1831

       SI




  En 1832
   y 1833

       SI

       SI



  De 1834
   a 1863


       SI

        SI
  (algunos)

  De 1864
   a 1875


       SI



         SI
   De1875 
    a 1999
 Desde 1999




SI (Cº viejo)

SI (Cº nuevo

 

A.- EL CEMENTERIO EN LA IGLESIA

Desde el s. XIII y hasta finales del s. XVI la iglesia-fortaleza de Villamuriel fue residencia de los obispos de Palencia, mientras que el pueblo tenía su iglesia parroquial de San Sebastián en la parte baja del pueblo.
Como en esos siglos fue habitual enterrar a los  muertos en la iglesia o cerca de ella, lo normal es que los enterramientos de los vecinos se realizasen en dicha iglesia de S. Sebastián (desmantelada en el s. XIX), pero actualmente no hay documentación ni estudios arqueológicos que lo confirmen.
Sí está documentado en los libros de Defunciones de Santa María que entre mediados del s. XVIII y  principios del s. XIX se enterró a algunas personas en la iglesia de San Sebastián o iglesia de abajo. Estas personas eran pobres transeúntes que habían fallecido durante su estancia en el hospital de la villa o pobres de solemnidad forasteros.

EDIFICIO ESPACIO JOVEN, 
DONDE ESTUVO LA IGLESIA DE SAN SEBASTIÁN

Desde finales del s. XVI  Santa María, iglesia del palacio episcopal, pasó a desempeñar también la función de iglesia parroquial del pueblo y S. Sebastián se convirtió en iglesia subsidiaria, por lo cual los enterramientos debieron realizarse ya en Santa María.



IGLESIA DE STA. MARÍA  -  Atrio

IGLESIA DE STA. MARÍA  - Nave central

En los libros de testamentos y defunciones de finales del s. XVI y de los ss. XVII, XVIII y primeras décadas del s. XIX los párrocos de Sta. María señalan en las partidas de defunción las personas que se enterraban dentro de la iglesia, indicando casi siempre el lugar exacto de la misma en que estaba enterrada cada una.
Las sepulturas eran abiertas en el suelo y estaban cubiertas con losas, para no dificultar los actos de culto y evitar la salida de olores al exterior.        Se les solía enterrar envueltos en un sudario, sin ataúd (más utilizado a partir del s. XVIII), los adultos boca arriba, los niños de lado.




Las sepulturas y el suelo no debían  estar en buenas condiciones y, por ello, en 1757 el Obispado firmó un contrato con el constructor Manuel López para abrir 102 sepulturas dispuestas en 10 filas desde al ábside  hasta la zona del coro, tanto en la nave central como en las laterales,  y enlosar el resto del suelo de la iglesia de Sta. María, siguiendo el proyecto del arquitecto Ventura Padierne.


                                      PLANO DE LAS TUMBAS EN LA IGLESIA DE STA. MARÍA


En el contrato se señalaba que las sepulturas tenían que tener 7 pies de largo de luz y 2,5 pies y 2 dedos de ancho de luz, con 2 largueros, 2 cabeceros y sus crucetas en los 4 ángulos, y los adoquines de las paredes debían ser de 1 pie de ancho por el fondo que puedan dar las canteras de piedra de Paredes de Monte.       Sobre dichos adoquines iban apoyadas 3 losetas de medio pie de grosor en cada sepultura, una de las cuales debía tener un agujero para poder levantarla con una llave de hierro.  Se indicaba que todo ello debía ir bien labrado y ejecutado a satisfacción de los peritos nombrados por el cura mayor de la parroquia.
De acuerdo con las tarifas indicadas en el libro de defunciones en 1743, las más caras eran las que se situaban en las 10 filas de la nave mayor, cuyo precio iba de 33 a 66 reales, según la proximidad al altar mayor.  Las sepulturas de las naves laterales eran más baratas, porque desde ellas no se veía el altar mayor.  Estas eran las de las capillas de Nª Sra. del Rosario, san Pedro, san Roque, santa Catalina, el Santo Cristo.  A los párvulos les enterraban en la zona de las dos primeras capillas.

B.- EL SANTO PRADILLO O CAMPOSANTO DE LA IGLESIA

Hasta 1833 se siguió enterrando en la iglesia de Sta. María, pero ya en 1832 se empezó a enterrar en el Camposanto de la iglesia o Santo Pradillo, en el cual se seguirá enterrando hasta 1875.
Debió ser la epidemia de cólera de 1833-34, que originó una gran mortalidad y un pánico general al contagio, lo que propició el inicio de los enterramientos fuera de la iglesia.
También en las décadas de 1840 y 50 se entierran algunas personas en la ermita de Nª Sra. de las Angustias o de Eugenio García, situada extramuros, en la salida del pueblo hacia Dueñas, a la izquierda.
El Camposanto eclesiástico se situaba en todos los pueblos al lado de la iglesia, en una zona del atrio o anexa al atrio.        En Villamuriel,  no hay constancia de que hayan aparecido enterramientos en el atrio, cuando se ha realizado alguna obra en el mismo.


 CAMPOSANTO DE LA IGLESIA EN C/ EMILIO MENESES


CAMPOSANTO  DE LA IGLESIA EN C/  PALACIO

El Camposanto parece que estuvo situado en la zona de la  rampa de la C/ Emilio Meneses (al oeste de la iglesia), donde sí han aparecido enterramientos de niños y adultos, a varios niveles, cuando se han realizado las obras de urbanización de esa rampa hace algunos años.
También han aparecido enterramientos en la C/ del Palacio (al sur de la iglesia), cuando se han realizado obras de pavimentación y alcantarillado en esa calle.
El problema de enterrar en la C/ del Palacio se produce al tener en cuenta que ahí estuvo el palacio del obispo desde el s. XV hasta mediados del s. XIX, en que fue desamortizado y desmantelado.   Tampoco hacían referencia a ello los arquitectos que describieron y tasaron el palacio para su desamortización en 1842.           Tal vez, al escasear el espacio en el Camposanto de la zona oeste de la iglesia, se aprovechó la zona del patio del Palacio (anexo a la iglesia), a raíz de su venta y demolición a mediados del s. XIX

C.- EL CEMENTERIO MUNICIPAL ANTIGUO

Es difícil conocer la fecha exacta de su construcción, porque las Actas de las sesiones del Ayuntamiento conservadas comienzan en 1846 y la documentación anterior a las primeras décadas del s. XIX conservada en el Ayuntamiento es muy escasa, por haber sido destruida por los franceses a principios del s. XIX durante la invasión napoleónica (así se señala en algunas de dichas Actas).
Francisco Simón Nieto en su Estudio sobre Villamuriel de 1886 indica que el Cementerio Municipal se construyó a finales del s. XVIII, pero no concreta la fecha.       Lo que sí está documentado por las partidas de defunción de la iglesia de Sta. María es que los primeros enterramientos en el Cementerio de la villa se realizaron en 1805, lo cual indica que en esa fecha ya estaba construido.
El cementerio se construyó en una finca propiedad del municipio, situada al norte del pueblo, a unos 20 m. del mismo, al final de la C/ del Castillón y comienzo del camino del Campo hacia Palencia.
En este Cementerio municipal se enterró de 1805 a 1812, año en que se volvió a utilizar la iglesia como cementerio, continuando con esta práctica hasta 1833, en que los enterramientos ya se realizaron sólo fuera de la iglesia, en el Santo Pradillo.
En 1854,  en el Acta de la sesión municipal del 9 de septiembre, se recoge la aprobación de alargar el cementerio de la villa (además de alargar la escuela y construir un matadero).     El cementerio era muy pequeño, insuficiente para albergar todos los cadáveres debido a la elevada mortalidad de la época (en este año murieron 57 personas, varias de ellas por una nueva epidemia de cólera).
La ampliación del cementerio no se hizo y no se volvió a utilizar hasta 1864, aunque  a la vez se siguió enterrando durante varios años en el Santo Pradillo de la iglesia, casi por partes iguales en ambos cementerios.
Desde 1875  el Cementerio de la villa será el único lugar de reposo de nuestros difuntos.

FACHADA PRINCIPAL DEL CEMENTERIO VIEJO
Simón Nieto, en el citado Informe, se quejaba de las malas condiciones del Cementerio municipal.  Decía que por su proximidad al pueblo, por la calidad del terreno (una arcilla dura y poco permeable) y por sus reducidas dimensiones (30 ms. de largo por 15 de ancho) debería desaparecer y ser sustituido por otro más grande, más distante y construido en otro terreno que acelerase más la descomposición de los cadáveres.
El cementerio se mantuvo en el mismo lugar y en 1901 (fecha en la que el Ayuntamiento sacó a subasta la obra de cercamiento del cementerio) todavía seguía teniendo las dimensiones que le asignaba Simón Nieto en 1886, o sea, unos 600 m2.     Según el pliego de condiciones para cercarlo, la longitud de dichas tapias era de 90 a 100 m., los muros de las tapias (que eran 6) habían de tener 2 ms. de alto, ser de ladrillo y estar calicastradas por fuera,  los cimientos debían ser de piedra mampostería (1,2  m. enterrados y 0,4 m. descubiertos, pero revocados con arena y cal).
En ese pliego de condiciones no se dice nada de cómo debía ser la portada, por lo cual deduzco que sería la ya existente, construida a fines del s. XVIII, y que ha llegado hasta nuestros días. Es una portada sobria, pero de mejores materiales, ya que el primer cuerpo lo forman sillares de piedra, que enmarcan el vano de la puerta, cerrado por una verja de hierro y rematado en un arco apuntado de ladrillo.  La portada se remata con un frontón y una cruz (hoy ya no existe), ambos de ladrillo. 


PLANO DEL CEMENTERIO VIEJO

En la 2ª ½ del s. XX el cementerio se amplió hasta las dimensiones que ha tenido hasta finales del s. XX, unos 2.400 m2.   La  ampliación se realizó con terrenos situados al este y al sur, alrededor del antiguo cementerio.  La nueva cerca se construyó con bloques grises reforzados cada cierta distancia con viguetas de hierro en H.
Pasada la puerta había una calle de 2,5 m. de ancha y unos 10 m. de larga, que acababa en una cruz de piedra, levantada sobre un basamento hexagonal del mismo material, delante de la cual se colocaba el ataúd para que el sacerdote diera el último responso al difunto.  A su alrededor se levantaban varios cipreses, presentes en todos los cementerios  (el ciprés simboliza la inmortalidad, porque, al  ser  un árbol que siempre está verde y  apunta al cielo. se piensa que ayuda a las almas de los muertos a elevarse en esa dirección, aunque en algún  país es símbolo de la muerte).
Este cementerio no tenía una distribución determinada para las tumbas, sino que se iba enterrando en las zonas vacías o en las tumbas compradas previamente por las familias.               Los panteones se situaban sobre todo en la zona próxima a la entrada  o alrededor de la calle central y el resto de las tumbas eran en tierra.          La sala para depósito de los cadáveres a los que había realizar la autopsia para determinar la causa de su muerte primero estuvo instalada  en el ángulo sureste y más tarde en la zona noroeste  del mismo. 
Dejó de utilizarse en 1999, fecha en que el Ayuntamiento decidió dejar de enterrar en el mismo para empezar a utilizar el nuevo cementerio.     En los 10 años siguientes ha estado abierto al público para poder hacer visitas a las tumbas de los seres queridos y se ha podido trasladar sus restos a otras tumbas del cementerio nuevo.


                                               PORTADA DEL CEMENTERIO VIEJO
A partir de 2009 se ha cerrado totalmente el cementerio, se han subido los restos no trasladados por los familiares a una fosa común del nuevo cementerio y a principios de 2018 se  han demolido los muros, dejando solamente la portada y un ciprés de la entrada     Este ciprés ya no existe, porque el fuerte viento lo arrancó y tumbó en marzo de 2018.       Finalmente se ha allanado el solar, con la idea de construir una zona ajardinada al lado de la ya existente.


D.-  EL CEMENTERIO MUNICIPAL NUEVO


                          PLANO GENERAL DEL CEMENTERIO NUEVO


PLANO DE LA ZONA DE SERVICIOS



Fue proyectado por los arquitectos Juan Carlos Sanz Blanco y Gabriel Gallegos Borges y se construyó por la empresa Río Mayor en 4 fases entre 1996 y 1999, dentro de los Planes Provinciales de la Diputación, empezando a utilizarse en 1999. Su coste ascendió a 100 millones de pesetas. Tiene una superficie de 11.000 m2, de los cuales 767 son ocupados por las edificaciones.

Es uno de los edificios funerarios más destacados de España, habiendo merecido los elogios de la crítica y alcanzado el accésit en la categoría  “EDIFICACIÓN DE NUEVA PLANTA: EDIFICIOS PÚBLICOS Y ADMINISTRATIVOS”, en el III Premio de Arquitectura de Castilla y León.   
También participó en 2012 en la exposición “Arquitectura Española (1975-2010 + 35 años construyendo democracia”, organizada en Madrid por el área de Difusión y Calidad de la Arquitectura del Ministerio de Fomento, en la que entre las 200 obras seleccionadas solo había  12 proyectos de Castilla y León, siendo uno de ellos el cementerio de Villamuriel.

Se construyó en 2 parcelas del pago de las Pedreras, próximas a la zona de Miraflores (una de 0,5 ha, plana,  y la otra  de 1,5 ha, con fuerte pendiente), a 1 km del pueblo, a la derecha del camino de subida al páramo.            Al ir subiendo la cuesta apenas se divisa una cruz de hierro, en lo alto del espigón, que  anuncia su existencia, pero, una vez alcanzada la cima, se le contempla en toda su extensión en el fondo de un pequeño valle abierto hacia el norte en las faldas del páramo.



VISTA GENERAL DEL CEMENTERIO











                         
 EDIFICIOS DE SERVICIOS EN TORNO AL PATIO


Por el empleo de hormigón armado sin revestir para construir las dependencias y la cerca se le sitúa en el estilo llamado brutalismo arquitectónico, que resulta frío a la vista, pero por la adaptación e  integración del conjunto en el medio natural (muros del mismo color que el suelo gredoso-arcilloso, localización en un valle rodeado de vegetación, espléndidas vistas sobre el valle del río Carrión) se le puede considerar también arquitectura orgánica.
Además su proyecto revela una gran maestría en el diseño de los diversos elementos del edificio, que busca sorprenderte mediante el contraste, utilizando la geometría, el hormigón, algunos metales (cubierta de plomo) y la madera.
El acceso peatonal se realiza a través de una galería monumental en rampa, que reduciendo progresivamente su altura y anchura te lleva de la luz de la vida a la penumbra de la muerte.
Pero, una vez pasada la puerta, se accede a un patio porticado, lleno de luz y serenidad, con un estanque  y un jardín en el centro, alrededor del cual se disponen las dependencias que albergan los servicios funerarios (en un lado, la capilla-oratorio con un pequeño patio que le proporciona luz natural por una pared acristalada; en el opuesto, la oficina, los servicios, la sala de autopsias, el tanatorio y un horno crematorio de restos no humanos) y por el tercero, amplios vanos adintelados que nos permiten pasar a las zonas de las sepulturas.
                                           GALERÍA DE ACCESO AL CEMENTERIO


                                          PATIO PORTICADO CON ESTANQUE

La zona de enterramientos es muy amplia, disponiendo de 2 sectores para los panteones y otros tantos para las sepulturas en tierra, reservando los lados del recinto para la colocación de los nichos y columbarios (los nichos más antiguos están adosados al muro sur y hay algunos más recientes en el muro norte, además de una pequeña  zona de columbarios en el muro oeste), quedando un amplio espacio libre  en las zonas norte y este para necesidades futuras.


ZONA CON NICHOS  -  EN EL MURO SUR

ZONA  CON  COLUMBARIOS, EN EL MURO OESTE

El acceso para los vehículos funerarios se efectúa por un portón abierto en el lado este y los movimientos por el interior se pueden realizar por una amplia calle que circunvala las zonas de panteones y sepulturas en tierra.
La zona de acceso está embellecida con jardines, bien cuidados y provistos de árboles y arbustos, jardines que luego aparecen también en diversos espacios del interior, cuyas flores y arbustos alegran la vista y los ánimos al desplazarnos por las zonas de las sepulturas.
Fuera, en la finca de la cima del espigón, se ha dispuesto una amplia zona de aparcamiento para vehículos, que  necesita un firme  mejor acondicionado.

3.- DOCUMENTACIÓN UTILIZADA

 --  Libros de defunciones de la iglesia de Santa María de Villamuriel


-- Actas de las Sesiones Municipales de Villamuriel


 --  Simón Nieto, Francisco: ”Estudio Médico-Topográfico de Villamuriel de Cerrato”, realizado    en    1886. 


 --  Memoria y planos del proyecto de construcción del cementerio nuevo de Villamuriel, de Juan            Carlos Sanz y Gabriel Gallegos .
   
--  Sánchez, Jose Luis y Viguri, Miguel de: “Arquitectura en la Tierra de Campos y el Cerrato”      (Archivo de la catedral de Palencia, sección Provisorato, legajo 39).




--  Varias páginas de Internet para la introducción sobre los cementerios.     

--  Información oral de personal encargado del cementerio     
--  Fotografías tomadas por el autor del artículo, Zacarías Diez García, excepto la fotografía de tumbas en iglesia de Sta. María, que procede del libro de Jose Luis Sánchez y Miguel Viguri.




























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